El fútbol de Pablo Hervías siempre es importante y necesario. Para el Real Valladolid y cualquier otro equipo ya que no se trata sólo del jugador riojano sino del estilo de los jugadores como él. Ese futbolista vertical que, jugando en el perfil derecho, encara, busca individualidades y potencia la batalla con el defensa rival es determinante para contagiar al equipo el atrevimiento y el descaro que no siempre se ven en los equipos de fútbol anclados en el juego posicional. En un Real Valladolid en el que se busca la cohesión, el atrevimiento llama la atención. Su aportación fuera de la normalidad se agradece para sacar al Real Valladolid del juego previsible del que muchas veces hace gala. Y todo sin estar al 100% y, posiblemente, ni al 80%.
Un jugador (condicionado) muy importante
El partido (0-1) ante el Sevilla FC no me dejó un buen regusto. Cierto es que se perdió por una renta mínima ante un equipo llamado a grandes éxitos pero la realidad también me dice que el Real Valladolid no estuvo fino. Fue un equipo impreciso, con ansiedad y sin criterio para leer el juego y las exigencias del partido. Con todo, los detalles que dejó el duelo no son positivos. A nivel global el partido decepcionó. Ningún jugador estuvo a su mejor nivel y ninguno consiguió cumplir las expectativas. Pablo Hervías, tampoco.
El extremo riojano no fue determinante en la propuesta de Sergio González. No tuvo mucho peso en el juego ofensivo del equipo pero sí que dejó detalles que llevan a entender, nuevamente, por qué puede ser un jugador importante para el equipo sin estar en su mejor versión. La lesión de rodilla de la temporada pasada le ha dejado muy marcado. No tiene las mejores sensaciones y la cabeza no le termina de ayudar. Le falta confianza pero, con todo eso, ante el equipo hispalense se vio al jugador que puede sacar al Real Valladolid de la penumbra ofensiva que tiene en muchos momentos de los partidos.
En determinadas fases del partido, el equipo de Sergio González es un conjunto que se choca, una y otra vez, contra un muro. No tiene variantes ni respuestas para salir de la rutina y los encuentros terminan cerrándose. Para salir de estos problemas la mejor solución es el atrevimiento: la individualidad. En el Real Valladolid hay jugadores dados para ello pero, entre todos, destaca Pablo Hervías. Pese a que Toni Villa o Jorge de Frutos puedan cumplir ese perfil, el estilo del ‘11’ es determinante y casi único.
Se atreve a coger el balón, buscar la marca y atacarle. Es atrevido y descarado. No parece preguntarse por qué y sólo busca generar sensación de peligro e invitar a que el equipo viva en el área rival. Esté más o menos acertado, en momentos de penumbra, Pablo Hervías siempre pide el balón, siempre se atreve a buscar a la marca y no duda cuando debe buscar un golpeo o un pase final. En un equipo tan equilibrado y en el que la penumbra ofensiva llega con facilidad, el protagonismo es bien recibido y Pablo Hervías lo da.
El fútbol gana
El perfil del riojano es determinante. En el Real Valladolid y en cualquier equipo. Pese a que su estilo pueda parecer más determinado a otra época, un jugador vertical, con intención de hacer el campo grande, potenciando las superioridades numéricas en el juego exterior y con capacidad para crear peligro rápido en el área rival es determinante para cualquier equipo y básico para cualquier entrenador y planteamiento.
Futbolistas así hacen grandes las variantes de cualquier estilo y Pablo Hervías lo ha hecho con el Real Valladolid en una fase muy determinada. Su primera titularidad después de nueve meses y con los condicionantes psicológicos y físicos que se han creado por esa lesión confirman lo bueno que es ver al ‘11’ de nuevo en la competición y lo importante que es él para el Real Valladolid y su estilo para el fútbol actual.