Joaquín Fernández llegó a Valladolid con dudas. Miguel Ángel Gómez hizo su inversión más fuerte hasta la fecha con un pago elevado por un joven sin experiencia en la élite que tampoco terminaba de convencer a Sergio González. El barcelonés quería otro perfil de jugador para cerrar el aspecto defensivo del equipo. El almeriense era una inversión a medio y largo plazo con una importante posibilidad de inmediatez. Todo lo visualizado con su llegada se ha cumplido con creces con un jugador único, diferente y diferencial siempre que ha tenido una oportunidad. El rol secundario no ha afectado a un activo cada día más importante en el Club.
Un rápido convencimiento
3 de diciembre del año 2016. Club Deportivo Numancia contra la Unión Deportiva Almería. Este día fue la primera vez que vi a Joaquín Fernández en directo. El equipo andaluz visitaba Soria y en su formación lucía un jugador con dorsal de filial que lideraba toda la vertiente defensiva y de salida de balón de un equipo que por aquel entonces carecía de identidad y que lideraba Fernando Soriano.
Pese a grandes dotes técnicas y físicas, el duelo del actual jugador pucelano no me terminó de convencer. Se le veían maneras, sí, pero, también, detalles corregibles. Esta visión es la que muchos tienen inicialmente cuando ven al mejor jugador del Real Valladolid en las últimas cinco semanas.
De base, Joaquín gusta pero no convence. Eso sí, no necesita mucho más tiempo para hacerse básico en cualquier análisis. Es de estos jugadores discretos que hacen buenos al resto y que parecen que no están hasta que, de verdad, dejan de estarlo. El buen hacer reciente del grupo tiene mucho que ver en él y el mejor ejemplo será la pérdida de fuerza y equilibrio que tendrá el juego en las semanas que esté lesionado.
En las tres o cuatro semanas en las que el ‘24’ no pueda formar parte de los planes de Sergio, el Real Valladolid y el juego del equipo notará la ausencia de este jugador que, como el año pasado, sólo ha necesitado un puñado de partidos para demostrar quién es y lo mucho que suma a este equipo.
Con su calidad pero, ante todo, con su rendimiento, Joaquín Fernández está tumbando o corroborando muchas de las presentaciones que tuvo a su llegada a Pucela. Se le llegó a ver como un error o una mala apuesta pero, también, como una “inversión” en “un caramelo» que el Pucela no quiso «desaprovechar”.
Convencimiento total
El mercado y las ganas de Miguel Ángel Gómez ofrecieron la opción del almeriense y el Real Valladolid dijo que sí. Quería mejorar su equipo y acertar con una inversión que, como se ha demostrado en los momentos contados en los que ha sido titular, se ha amortizardo con facilidad y sencillez, como el juego del propio almeriense. Sin estridencias, desde un rol secundario y con una actuación discreta, Joaquín se ha hecho grande en el Real Valladolid y en Primera división con las credenciales por las que llegó a Pucela.
Desde una visión a medio y largo plazo pero siendo consciente de que tenía dosis de realidad e inmediatez, Joaquín no es que sólo se haya hecho un hueco en los planes de Sergio, es que con los últimos encuentros y su rendimiento ha conseguido tener la aprobación total del entorno pucelano, el mismo que vio desorbitado el precio que se pagó por él pero que, ahora, ve aquello como mucho más que una inversión.