La titularidad de Mohamed Salisu en la victoria (1-2) en Sevilla se vio como un ‘parche’. La sanción de Fede Barba junto al perfil de juego de Joaquín Fernández dejaron al ghanés como el acompañante de Kiko Olivas. Se vio como testimonial algo que, ahora, se ha hecho regular y no sólo por el rendimiento del ’27’. Su asentamiento se produce por la madurez y el crecimiento que ha mostrado. Visto como un ‘proyecto’, su análisis se podría mirar a medio y largo plazo y se perdonarían errores. Esa idea no es real porque al jugador se le mira desde la madurez y consistencia que muestra en un juego que ha devorado todas las etapas de maduración.
55 días inolvidables
Mohamed Salisu suma ya 693 minutos en Primera con el Real Valladolid. Son ocho titularidades de un jugador que estaba marcado esta temporada para dar un paso más en su crecimiento y formación. Su lugar era el Real Valladolid Promesas o en una cesión a Segunda, pero los pasos se aceleraron en el mes de agosto. Tras la venta de Fernando Calero, Joaquín Fernández parecía ser el señalado para sustituirle. El rendimiento de la temporada pasada valía para creer que era el idóneo. Sus cualidades para el fútbol moderno gustaban pero el perfil de su juego condicionó la lectura que Sergio González hizo sobre él. Con ello, y de forma inesperada, Fede Barba dio un paso al frente. Su titularidad en el último encuentro de pretemporada le daba la esperanza de ser titular en el estreno liguero pero una sanción, y el tardío conocimiento de ello, precipitaron los hechos.
Con sólo 91 minutos veraniegos, por los 146 de Javi Sánchez y los 206, incluso, de Diego Alende, el análisis de Sergio González de la pretemporada llevó a que en el último momento se decidiese por Mohamed Salisu. No fue algo precipitado e impulsivo pero sí casi improvisado. Los detalles del fútbol dejaron una enorme oportunidad para el jugador y, ahora, al Real Valladolid y a su proyección. De aquel duelo en el Estadio Benito Villamarín han pasado 55 días, poco menos de dos meses que lo han cambiado todo. Esa oportunidad en Sevilla ofreció una alternativa que el africano ha aprovechado para dar un curso intensivo de rendimiento, evolución y maduración. Otorgando al equipo de Sergio González nuevas credenciales en la faceta ofensiva y defensiva, el jugador ha crecido de una forma indescriptible.
Otra gran oportunidad
Esa evolución no es sólo futbolística. En cada partido se le ve más hecho y más cómodo. Cada día es más él. Devorando el salto entre Segunda B y la élite tras sus primeras sensaciones en el equipo, Salisu ya no es sólo un proyecto. Es la realidad de un jugador que aumenta la amplitud del equipo en la salida de balón, la contundencia en área propia y rival, la velocidad de juego en la zona de inicio y la rápida respuesta para iniciar una transición.
Todas estas credenciales estaban en el equipo pero nadie reparó en explotarlas hasta que Sergio González se encontró con la oportunidad. Es un desprecio hablar de entrenadores con “flor” pero es parte del fútbol creer en los preparadores que aprovechan las oportunidades que surgen y Sergio sabe hacerlo. Le ocurrió con Toni Villa en Oviedo y, ahora, con Salisu. Él le dio la oportunidad, sí, pero porque la realidad se las puso en bandeja.