Una misma realidad tiene diferentes interpretaciones y la actualidad del Real Valladolid muestra la posible lectura de un gran éxito defensivo o la exigencia de un Real Valladolid muy digno que tiene mucho margen de mejora y de crecimiento. Dentro de una versión u otra, la realidad es que los de Sergio González tienen problemas en la creación de ocasiones. Los dos delanteros viven, como en fases de la temporada pasada, muy lejos de la zona de influencia del equipo dejando a éste sin peso ni peligro en las inmediaciones del área rival. Sin la convicción por atacar ese crecimiento, la petición de evolución queda descartada, en parte, por los análisis.
Desde una misma realidad
En la tertulia de este martes en Radio Marca Valladolid comenté que de una misma realidad se pueden sacar muchos análisis y todos llegan por la interpretación que hagamos de una misma situación. Yo interpreto diferente a otra persona que ve lo mismo por diferentes circunstancias. Quizás opinamos de esa realidad desde el conocimiento diferente de la materia, desde un condicionante relevante o con una mayor honestidad. Todo esto está ocurriendo actualmente en el Real Valladolid por sus innegables carencias ofensivas.
Sigo creyendo que a este equipo se le puede exigir mucho más porque al Pucela se le está mirando siempre desde una versión conformista y con un prisma de mediocridad importante. Independientemente de que al equipo se le pueda pedir de una forma honrada, como se hace, que su crecimiento sea desde la parcela defensiva, el margen de mejora y el crecimiento en la propuesta de ataque son muy altos y se debe pedir sobre ellos.
Actualmente el equipo genera muy poco a nivel ofensivo. Como el año pasado, el rédito de ocasiones y sensación de peligro es pobre y no creo que sea por la famosa ‘teoría de la manta’. La clave está en la lectura de los partidos y en la ambición del equipo. La interpretación que hago del Real Valladolid es la de un equipo al que le falta mucho en contexto ofensivo, igual que la temporada pasada.
El Club, en su mayor carencia de la temporada pasada, no ha evolucionado. No ha mejorado porque el modelo de juego sigue siendo el mismo. Pese a la creencia veraniega de que el Real Valladolid iba a tener una vertiente ofensiva mayor, que propondría más en ataque y que llegaría con más gente a campo rival para dominar el área ajena, la realidad intangible es la misma de la temporada pasada.
Un problema sin nombres propios
Los de Sergio siguen viviendo replegados y descartan llegar a campo rival con el objetivo de, no sólo dominar su propio área sino todo su campo. Así, el desgaste con el que el equipo llega a campo rival es muy importante. Con todo, se ven las limitaciones creativas del equipo por encima de las individualidades. Si la temporada pasada todo se enfocaba en Enes Ünal, ahora la carencia ya no enfoca en un ‘9’ sino en la propuesta.
El Real Valladolid no engancha con los jugadores más ofensivos. Como en las peores fases de la temporada 2018/2019, los delanteros están aislados del juego. No son influyentes en la propuesta y todo viene porque el Real Valladolid necesita mayor juego entre líneas para estar más presente en las zonas de peligro del rival.
El equipo no tiene fuerza ni ambición en ataque y el discurso del análisis está muy lejos de ser el que necesita el equipo. Este Real Valladolid puede vivir con exigencia. Necesita ser ambicioso y no conformista y debe entender que la teoría de la manta no va con él, aunque sí con muchos análisis. A este equipo, ya hecho a Primera y con variantes en todas sus líneas, se le puede exigir, pedir y demandar en todo. La manta permite ver en ataque y en defensa y, de la misma forma, se le puede pedir que dé todas esas credenciales. Elogiar el gran trabajo defensivo del equipo no quita para que la demanda sea por un Real Valladolid con mayor coraje en ataque.