La victoria (0-2) ante el RCD Espanyol hacía presagiar un nuevo Real Valladolid o, al menos, soñar con ello. La liberación de la victoria ante el equipo perico debía ser un punto de inflexión para ver al equipo blanquivioleta a atreverse a un plus y cambio en su juego ofensivo. Finalmente esa evolución no se dio y el equipo de Sergio González continuó por el camino que ha tenido desde la llegada del catalán y firmó un encuentro serio, sin grandes ocasiones y, sobre todo, sin altibajos. Ese guión, tan intrínseco a ambos equipos, hace que el orgullo por el partido y el rendimiento del Pucela sea alto pero que no sea sinónimo a una sonrisa eterna.
Los manidos contextos
Puede resultar ilógico e, incluso, una irresponsabilidad analizar un empate ante un equipo como el Atlético de Madrid y decir que éste no te deja sonriente. La diferencia de plantel, posibilidades y recursos futbolísticos de ambos son muy diferentes. Las plantillas están muy distanciadas y un empate como el que firmó el Real Valladolid ante los de Diego Pablo Simeone debería ser analizado desde el orgullo por un nuevo punto pero, como en cualquier análisis, los contextos mandan y estos llevan a ver el empate con orgullo pero no con sonrisa.
La diferencia entre un término y otro está en el detalle de ver que ésta pudo ser una oportunidad perdida por el Real Valladolid. Dándole todo el valor que tiene y elogiándolo todo lo que se merece, el punto pudo ser mayor si el Real Valladolid hubiese estado acertado en diferentes detalles del partido, aquéllos que fueron determinantes para la victoria en el RCDE Stadium.
Todo partido debe ser analizado por el momento del Real Valladolid, del rival y por los contextos de ambos. Los de Sergio llegaban pletóricos tras la victoria ante el RCD Espanyol; y el Atlético de Madrid tras dos encuentros exigentes. La previa era esa y la realidad, diferente a la esperada y, posiblemente, a la que se podía exigir a ambos. Elogiándole al Real Valladolid el tener el control del partido en los 90 minutos y no ver peligrar la victoria salvo en pequeños detalles, la exigencia ofensiva sobre el equipo blanquivioleta puede ser mayor.
La “mejor versión”
Dando por hecho que el crecimiento del equipo debe ser desde la defensa, las carencias que siguen mostrado los de Sergio González en su intención de enlazar con el frente ofensivo hace que el empate sea bueno y que llene de orgullo pero que no haga que el Real Valladolid pueda sonreír demasiado por su rendimiento.
Un anuncio televisivo decía que “sin gol no hay fútbol” y se puede añadir que sin presencia ofensiva no se puede ser feliz. Se puede estar orgulloso, sí, pero no feliz al 100%. Parafraseando las previas de Sergio González en las que asegura que prepara los duelos pensando en la “mejor versión” del rival, para ser feliz y poder sonreír a gusto tengo que ver la mejor versión del Real Valladolid en ataque y, obviamente, no es ésta.