Siempre he pensado que hay que dividir mucho el porcentaje de los análisis en relación a la fase de la temporada en la que esté el equipo. Ahora, en el mes de septiembre, no sólo es importante lo que se consigue, que también, sino el cómo. En un momento sin grandes exigencias clasificatorias, cualquier equipo debe demostrar cuáles quieren que sean sus credenciales. Por ello es casi más importante el cómo lo consigues que el qué consigues, independientemente de que estemos hablando de fútbol profesional.
Partiendo de este punto, el empate (1-1) ante el Club Atlético Osasuna no es bueno. No vale esa frase de “jugando mal, hemos puntuado. Es positivo”. No se justifica por la primera parte de la frase: “hemos jugado mal”. Pese a que sea un adjetivo muy subjetivo, ese ‘mal’ condiciona cualquier análisis. Independientemente del estilo o propuesta que cualquier equipo quiere llevar, el control del partido es innegociable y el Real Valladolid no lo tuvo. No hizo el partido que Sergio quería y el equipo no tuvo respuestas.
¡Mandó Osasuna!
El Real Valladolid estuvo a merced del rival. Lo estuvo en juego, propuesta e ideas y es por este último término por el que peor sabe el empate. Sí, se suma, pero el cómo es muy cuestionable. Un equipo sin ideas nunca debe dar por bueno un empate en el mes de septiembre. Jamás se puede contentar por ello. Las credenciales futbolísticas son vitales a estas alturas de la temporada y el Real Valladolid, en el primer partido en el que tuvo que llevar el peso del juego y en el que estaba exigido a llevar el peso del partido, falló.
Erró no en acciones concretas sino en ideas y propuestas. Con la sensación de que a este Real Valladolid se le exige poco en determinados momentos, el análisis del partido debe ir mucho más allá del punto conseguido. Por méritos, el Pucela fue inferior al rival y es por ello que, quizás, el empate debe ser bueno pero entendiendo todos los contextos que había sobre el partido, el resultado es malo.
Un equipo recién ascendido fue mejor que el Pucela en el juego, llegó a poner contra las cuerdas al Real Valladolid y éste no tuvo respuesta. Los cambios, además, no consiguieron dar un empujón de ideas al equipo en la segunda parte y el encuentro terminó en el campo blanquivioleta. Es sólo un partido, sí, pero el primero que el Pucela jugaba en casa y el primero en el que no consigue dejar la sensación de ser un equipo propio y con personalidad. Todo pese al punto porque, al final, es lo de menos.