Siempre lo he pensado y siempre lo pensaré. Este Real Valladolid no tiene la peor plantilla de la categoría y, posiblemente, su vestuario, a nivel de calidad y fútbol, no esté entre los tres o cuatro peores. Es una opinión personal que me ha llevado a pensar durante toda la temporada que la lectura de mediocridad que se ha hecho en mucha fases sobre el equipo era errónea. Entiendo este deporte dentro de la exigencia constante y en ciertas fases de la temporada ésta se perdió con el Real Valladolid. Sin ella, no existen objetivos y sin ellos, la temporadas mueren. La del Real Valladolid ha estado cerca de cerrarse pero Sergio ‘reseteó’ al equipo y a un entorno que vuelve a pedir al equipo lo que está capacitado para dar pero que no siempre se le pidió.
Fuera de descenso
La buena noticia que sacude al Real Valladolid en la actualidad es ver que el equipo de Sergio González afronta las dos últimas jornadas ligueras desde fuera de la zona de descenso. A nivel de resultados, el hecho es glorioso pero siempre hay un porqué detrás. Obviamente, en esta ocasión todo viene marcado por una éxito deportivo y futbolístico del equipo blanquivioleta. El Pucela está ahora bien. El Real Valladolid ha recuperado parte de su rendimiento e inercia. Entonces… ¿Por qué no se exigió al equipo este mismo nivel siempre?
En el peor momento de juego y rendimiento del actual equipo, los análisis no iban a entender por qué se había caído el equipo, tampoco se buscaba la justificación a que muchos jugadores perdieran su mejor estado de forma al unísono ni, por supuesto, se señaló a ningún problema de gestión o planificación. En el momento de mayor debilidad, se señaló al vestuario y a la calidad de la plantilla. Tras perder todo ese margen sobre el descenso y caer semana a semana en la tabla clasificatoria, los análisis no eran de fútbol, eran de individuos. Lo que en los meses de octubre y noviembre era un equipo indestructible y sobre el que sólo había que detallar en invierno, en febrero y marzo era una plantilla desastrosa y sin nivel. No se salvó nadie. Creyendo que los picos de rendimiento existen, el análisis que se hizo sobre la situación del Real Valladolid y la disminución que se creó sobre la exigencia del equipo ha variado ahora.
Sensaciones recuperadas
Potenciando detalles, creando sinergias, recuperando estados de forma y facilitando el fútbol necesario para los jugadores en mejor momento y confianza, el Real Valladolid llega a las dos últimas jornadas en una situación idílica, tanto clasificatoria como deportiva, para su objetivos. Ahora, tras tres encuentros en los que el Pucela ha estado en situación de ganar a rivales con objetivos en juego nadie entenderá que a los pucelanos no se le exija desde los patrones de estas tres últimas fechas.
Ahora se les pide por lo que están rindiendo en las últimas fechas. En otras semanas, no. Quizás en esa mediocridad del entorno de no exigir lo que el equipo tenía y lo que éste había demostrado, comenzó la caída de un equipo que estaba marcado para tener este nivel, de juego, resultados y exigencia.