¿Qué sensación te deja lo vivido en el Wanda Metropolitano? Ésta es la principal pregunta que sacude al entorno del Real Valladolid esta semana. Personalmente, lo sufrido ante el Atlético de Madrid me deja muy jodido. Literal y explícitamente. Lo hace porque siempre he disfrutado con el fútbol. Ha sido y es mi mayor pasión. Siempre he visto que era un deporte en el que no había barreras y en el que todo era posible. Por ello duele ver que éste es un deporte que menosprecia a aquel equipo por el que siento cariño y verdadera pasión.
Un deporte debilitado en el Wanda
El fútbol lo ha movido y lo moverá siempre casi todo en mi vida. Todos siempre hemos soñado con ser futbolistas pero como no todos estamos dotados para ello, los derroteros nos llevan por otros caminos. Yo, desde bien joven, supe que me quería formar como entrenador. Me llena tanto este deporte que he invertido tiempo y dinero en conocerlo más en profundidad. Invierto en mi pasión porque muchas veces he oído que es “el deporte más maravilloso porque cualquiera puede ganar a cualquiera”. Es decir, el Real Valladolid puede ganar al Atlético de Madrid. Pese a la superioridad colchonera, en contexto económico y social, el Pucela puede superar futbolísticamente, al rival sin necesidad de ayudas ni superioridades.
En el uno contra uno, el Real Valladolid puede ganar a cualquier. De igual forma, puede perder ante todos. Esta exigencia e ‘inestabilidad’ hace este deporte mágico. Si juegas, puedes ganar. A cualquiera. Desde pequeño creí en esta idea y por ella siempre he querido crecer con este deporte, aunque este sábado me llevé un mazazo importante. El más grande que he tenido en mi vida.
Tras lo vivido en el Wanda Metropolitano no sólo pierde el Real Valladolid, que obviamente es el más perjudicado. Después de una nueva humillación futbolística, el perjudicado también es un deporte del que queda claro su falta de honestidad. Lo vivido con la decisión de Melero López muestra que, como dice Joaquín Fernández, ya nada es coincidencia. Nunca he defendido un discurso victimista y en este caso no lo haré porque creo que no hace falta tenerlo. La realidad habla sola.
Un desprecio innegable
Todo lo que se pueda decir de lo vivido el sábado es realista y perjudica al deporte por la parcialidad con la que innegablemente los árbitros miran al Pucela. Ellos son una parte determinante del juego a la que hay que respetar pero que, igualmente, ellos se deben ganar el respeto. Obviamente, con decisiones así no lo consiguen. Perdiendo el respeto a una parte determinante del juego, se elimina la creencia en este deporte que tanto queremos.
Honestamente, no sé a qué se debe y no sé por qué ocurre pero tengo claro que existe algo contra el Real Valladolid. El equipo está siendo, objetivamente, muy perjudicado y lo hace de una forma deliberada. Al Pucela no se le está tratando con parcialidad ni justicia. Se le está masacrando a nivel futbolístico y se le está humillando a nivel social. Es un desprecio innegable a ‘mi’ equipo que me lleva a perder la credibilidad y la confianza en este deporte que tanto quiero y al que tantas horas dedico.