La mala situación del Real Valladolid obliga a saber qué ha ocurrido para el bajón de juego y rendimiento de un equipo que carece de identidad en un momento crucial
Todo lo que ocurre en un equipo de fútbol tiene una justificación futbolística. Un porqué de juego. Por ello, y pese a que no es fácil entender la racha del Real Valladolid, la realidad blanquivioleta se debe a una cuestión de juego. Los pucelanos están debilitados en el peor momento de la temporada por una importante indefinición que existe en la propuesta de juego del equipo. Los vallisoletanos no saben cómo actuar. Sergio ha querido dar un paso al frente en contexto ofensivo y este movimiento le ha llevado a debilitar la creencia del equipo y generar un espacio entre líneas que rompe la estructura y fuerza defensiva de un equipo que se desangra.
Queriendo ser más ‘ambiciosos’…
La personalidad del fútbol es conocer cuáles son tus limitaciones, cuáles tus virtudes y explotarlas. Jugar a no ser tú pero sí a lo que el entorno, la presión popular o las ‘modas’ obligan no es un recurso. Con todo ello, el Real Valladolid se ha pegado un tiro en el pie. Ha querido crecer y se ha estrellado por la indefinición que ha generado el cambio. A los de Sergio le ha ocurrido lo mismo que a aquellos equipos que tras dos o tres años en Primera ven insuficiente luchar por la permanencia. Quieren ser más ‘ambiciosos’ y se estrellan.
En esta ocasión, al Real Valladolid le ha ocurrido de forma similar pero en mucho menos tiempo. Sergio tenía definido a su equipo con un estilo de marcadores bajos. Los pucelanos sacaban rendimiento a sus goles y eran un tormento para superar. Desde el partido inaugural ante el Girona FC, el Pucela fue un equipo «feo». Eran partidos complicados de ver y analizar. Había pocos errores y, por lo tanto, pequeñas concesiones. ¡Se llegó a comparar al Real Valladolid con el estilo de juego del Getafe CF! Era una buena definición de lo que quería Sergio pero el tiempo, el paso de las semanas y el mercado de fichajes cambiaron al equipo.
Parecía que al Real Valladolid había que exigirle mucho más y diferente. Pese a los buenos resultados y sensaciones del momento, el equipo debía ser otro. Debía de dejar de ser él para convertirse en algo que, muy posiblemente, ni sabía ni sabe. Por ello, y con la llegada de Sergi Guardiola, lo que para muchos era el único problema del equipo, Sergio adelantó líneas. Al ’12 ya no se le pedía el trabajo y el desgaste en campo propio. Con el murciano se buscaba más presencia en área. La idea del equipo era partir 20 metros más arriba pero nunca se ha conseguido.
… se ha roto el equipo
Se ha querido adelantar las líneas y ver a un equipo más ‘ambicioso’ y ‘ofensivo’ pero se ha conseguido todo lo contrario. El Real Valladolid tiene que ir arriba pero no va. El Pucela debe presionar en zona ofensiva pero no lo entiende. Los de Sergio quieren seguir siendo un equipo compacto pero se rompen. En definitiva, el Real Valladolid no sabe quién es. y así acumula los datos sonrojantes que tiene actualmente.
Actualmente, el problema blanquivioleta no es que las líneas de su dibujo estén separadas, que lo están, sino que cada una parece tener una batalla diferente. Desestructurado entre sus líneas y sin sus fortalezas pasadas, el Real Valladolid vive una indefinición que le mata y lo hace por la falta de realidad, humildad o conocimiento para no saber que el camino marcado en los primeros meses de competición sólo necesita matices y no un gran cambio.