En el Real Valladolid hay presentes dos versiones de Pablo Hervías. Aunque predomina la última, la más reciente y la más exitosa, nadie puede negar que el riojano fue un jugador irregular en un buen tramo de la temporada pasada. Nunca llegó a ser indiscutible en los planes de Luis César Sampedro y, después, le costó ser determinante en los partidos de Sergio. Pese a estos credenciales, Hervías es recibido en el Estadio José Zorrilla como un activo determinante para los próximos planes del equipo. El rédito con el que se marchó del Pucela aumentan las expectativas ante su llegada. Actualmente, sólo una estrella o Jaime Mata podrían aumentar la ilusión del entorno más que el riojano y eso que su llegada, a nivel deportivo, podría ser innecesaria.
Buscando acierto… y descaro
En julio de 2017, Pablo Hervías se comprometió con el Real Valladolid por una temporada completa en Segunda. El riojano firmó su primer contrato con el Pucela y comenzó a forjar la importante unión que ya tiene con el Estadio José Zorrilla. El extremo apostó en aquella ocasión por el Pucela, pese a las múltiples ofertas que tenía, y lo hacía convencido por Luis César Sampedro de que su juego vertical, regateador y golpeador era positivo para el equipo y que el Pucela, a su vez, era lo que él necesitaba.
Tras el sofocón que supuso el descenso en Elche, el futbolista necesitaba una importante motivación y Sampedro consiguió que Valladolid la fuese. Con el gallego tuvo altibajos, de juego, rendimiento y confianza, pero él, honesto como pocos profesionales, sabrá que si Pucela es ‘su’ casa, el gallego tiene parte de culpa en ello.
En verano de 2017, la descripción era que el Club fichaba descaro. El rasgo, importante para un equipo de Segunda división porque debe hacer frente a planteamientos rivales muy cerrados, cambia, ahora, su justificación. Ese descaro sigue siendo igual de necesario pero, en esta ocasión, para potenciar el cambio de fútbol que está llevando a cabo Sergio González. El Pucela que dejó Hervías en la eliminatoria ante el Club Deportivo Numancia nada tiene que ver con el actual. Aquel tenía descaro al 100%, ahora en pequeñas secuencias.
Esa versión atrevida del equipo sigue siendo la parte determinante en el juego ofensivo pero, ahora, en pequeñas dosis. En Segunda, el Real Valladolid atacaba mucho, sobre todo con Luis César. Ahora lo hace menos. Pese a ese cambio, el descaro, el regate y la potencia de Hervías siguen siendo necesarias. En la élite, el Real Valladolid debe ser preciso en sus oportunidades y Hervías dota de mucha seguridad a los ataques.
Necesario en todos los sentidos
El nivel de confianza con el que cerró su anterior cesión en el Estadio José Zorrilla se ha podido perder en los seis meses que ha vivido en la Sociedad Deportiva Éibar pero la creencia de Sergio en él se sigue manteniendo. La insistencia del jugador por volver y la del entrenador por contar con él han decantado la operación y han dotado al cuerpo técnico de un jugador que futbolísticamente siempre es necesario en cualquier equipo pero que, en esta ocasión, suma un plus social trascendental para entender su regreso.
Pablo Hervías desatasca partidos y en Valladolid se confía en ello. El año pasado así se vio un potencial determinante en ello en el tramo final de la temporada que elimina cualquier posible duda ahora. Con estas credenciales, se busca que Hervías sea determinante en los próximos meses y en un frente ofensivo con muchas variantes y alternativas. Por ello su fichaje puede parecer innecesario pero sabiendo que sólo Jaime Mata o una gran estrella podría ilusionar tanto a una afición como la blanquivioleta, su regreso al Estadio José Zorrilla supone una gran noticia, tanto futbolística como social.