Sergio González, nombre propio del ascenso del Real Valladolid la temporada pasada, vive su peor momento desde que llegó al Estadio José Zorrilla hace nueve meses. El técnico pucelano, sin estar cuestionado por Club ni entorno, está marcado por la situación de juego que vive el equipo. Pese a que la situación clasificatoria no es mala, la crisis de juego del equipo es patente. Carecen de ideas, variantes y alternativas para salir del mal momento en el que se encuentra. Los blanquivioleta no están cómodos en las últimas semanas y el cuerpo técnico parece no tener claras las ideas para cambiar o salir de esta situación.
Exigencia tras el éxito
Para evitar suspicacias vayamos por el principio o, mejor dicho, desde él. El Real Valladolid está en Primera división gracias al cuerpo técnico que dirige Sergio González. Sin él, posiblemente, el Pucela no hubiera llegada al play-off de ascenso y, después, no hubiera sabido responder en él como lo hizo. El catalán supo dar con la tecla del equipo. Con “naturalidad”, como él dice, detalló el juego, convenció a los jugadores y el éxito llegó. El Real Valladolid cambió de su mano y gracias a él el Club está como está. No hay dudas. Es el gran culpable del éxito y de la realidad que vive el equipo.
Dejando claras todas las ideas y obviedades, ahora no se puede negar que el exjugador no está acertado en sus decisiones. Actualmente el Real Valladolid está bloqueado en la creación de juego. El equipo carece de todas esas respuestas que antes mostraba. El Pucela es previsible y no tiene variantes. Se ha convertido, por momentos, en un conjunto vulnerable, como así demuestran partido como el firmado (0-1) ante el Rayo Vallecano. Pese a todas las realidades que ofrece el equipo, el cuerpo técnico sigue chocándose una y otra vez contra el muro de la realidad, aquél que no sabe cómo derribar.
El Real Valladolid tiene problemas y no cambia. Ante las dificultades hay dos opciones, variar el esquema o cambiar los protagonistas del dibujo. Actualmente, la solución no será una ni otra. Semana tras semana, el Pucela sigue siendo el mismo. La ‘entrada’ de Toni Villa como segundo punta parecía una opción de crecimiento pero Sergio se deshizo bien pronto del cambio ante el Rayo Vallecano. Esa alternativa duró sólo 45 minutos.
Adaptación o cambio
De inicio y no en un planteamiento a la desesperada, el Real Valladolid sigue siendo ese equipo lejano al área, que quema a los delanteros en trabajo de presión y que, recientemente, no crea el mismo fútbol de hace semanas desde el doble pivote. Pese a todo, la distancia entre los ‘titulares’ y los ‘suplentes’ parece abismal. No se vislumbra un cambio en el equipo y sí una constante exigencia de adaptación en los jugadores.
En la previa a la derrota copera (1-0) ante el Getafe CF, Sergio habló de ‘nuestro’ sistema de dos delanteros, comparándolo con el de Pepe Bordalás. Remarcando las diferencias, el cuerpo técnico pucelano parece no querer cambiar la ‘forma’ y, mucho menos, el dibujo. Podrá dar entrada a determinados jugadores pero la formación parece inamovible. Buscando asentar esa formación como uno de los objetivos de obtener identidad al proyecto en 2019, el Real Valladolid puede estar limitando sus opciones de éxito al negar el cambio.
El Real Valladolid, antes de cerrar la primera vuelta, pide una evolución. No brusca pero sí una necesidad de detallar el esquema y los protagonistas. La historia reciente del Club habla de ejemplos que han valido para sacar rendimiento a jugadores protagonistas en diferentes formatos. La ambición en ocasiones se muestra desde el cambio, la evolución y la variación en su justa medida, detalles ausentes en la actualidad pucelana.