Las primeras palabras de una crónica o análisis, como es este caso, de un partido de fútbol deben ser poderosas y convincentes. Tienen que demostrar qué es lo que se vio en el encuentro pero, en esta ocasión, no quiero que sea así. Lo visto en el duelo de Íscar ante el Rayo Vallecano no es más el penúltimo duelo de pretemporada del Real Valladolid de Sergio González. Es cierto que el enfrentamiento ante el equipo madrileño dejó muchas sensaciones pero en ningún caso ninguna puede llegar a ser catalogada como conclusión. Por el once titular, el reparto de cargas, los cambios… Nada de lo visto va a decir qué va a ser el Real Valladolid no con quién va a ser el equipo. Por el contrario sí se pueden asegurar cómo van a ser muchas de las ideas del equipo y es por ese camino por donde quiero enfocar lo visto en la victoria ante un rival de la misma categoría. Las pretemporadas no están para obtener conclusiones. Sólo detalles y pequeñas sensaciones.
Un error mayúsculo
Poco a poco, temporada a temporada y, por qué no decirlo, disgusto a disgusto, el fútbol va entendiendo de pretemporadas. Los equipos ya saben que los resultados que se obtengan en ella no valen para nada. Ni para obtener más puntos, obviamente, ni para hacer juicios de valor sobre cómo llega el equipo. Intentar entender qué va a ocurrir en el primer partido de liga después de analizar los resultados de verano es un error mayúsculo.
En el caso de este Real Valladolid el problema estaría en no entender y asimilar lo condicionado que está en equipo en esta preparación. Los de Sergio González necesita aún muchos fichajes. Cuatro o cinco. Tanto es así que el partido en el Estadio de San Miguel de Íscar comenzaba como una prueba de mayor interés para el Real Valladolid Promesas que para el primer equipo. Los primeros, casi, 70 minutos ante el equipo vallecano tuvieron sobre el campo a seis o siete jugadores que esta temporada tendrán ficha con el filial pucelano, añadiéndole dos jugadores que, recién ascendidos de Segunda B, aún no saben qué va a ser de su futuro más inmediato.
Con todo ello, sólo Ivi López, Antoñito Regal y Jordi Masip participaban en los primeros 45 minutos como jugadores reales de ver, siendo que el ‘18’ competía como extremo y no como lateral. Con todos estos condicionantes parecía muy difícil poder obtener conclusiones del partido. Por el contrario, el duelo sí dejaría detalles y connotaciones muy importantes de cómo buscará Sergio González sus objetivos. En Íscar no se dejó patente qué va a ser del Real Valladolid ni con quién pero, posiblemente, sí cómo va a jugar este equipo.
Parece claro que el esquema de juego base del equipo va a tener dos delanteros. Desde ahí se potencian todos los movimientos del equipo, una idea distinta a la temporada pasada. Tras el ascenso, cambian las prioridades del equipo. El Pucela ya no va a ser tan protagonista. En muchos encuentros vivirá a merced del rival y es por ello que Sergio González y Diego Ribera implantan, de forma innegociable, dos líneas de cuatro jugadores tras esos dos delanteros que, por otra parte, tienen libertad total para partir de una zona u otra. Libertad en movimientos e intercambios pero no en presión. La estructura para robar el balón y, también, para trabajar tras la pérdida de este es innegociable para esta campaña.
Ocho jugadores tras el balón
Restando presencia a esa segunda línea, aquélla que el Club tan bien ha reforzado este verano, el Pucela va a exigir mucho a sus centrocampistas. Javi Pérez, de lo mejor en el partido, tuvo que potenciar la llegada al área. Ese rol tiene nombre y apellidos al arrancar la temporada. Inicialmente será Rubén Alcaraz pero, después éste tendrá que pelear el puesto con Míchel Herrero. Es una demarcación hecha para ellos. Su participación en la creación de juego y la facilidad para sumarse al ataque es prioritaria y son detalles que concuerdan con su estilo.
Estos jugadores serán determinantes en este esquema y lo serán, en gran parte, por el juego exterior. Para que ellos puedan llegar, los laterales y los extremos deberán hacer un trabajo fundamental. Ahí parece que no hay problema. El Real Valladolid tiene variantes en esa zona. Necesitando sólo un lateral zurdo más, el Pucela está muy bien dotado, en cantidad y variantes, para los costados.
Dominar por fuera
Es importante porque, por lo visto en Íscar, el juego blanquivioleta estará marcado por el juego exterior. Cambiando las trayectorias y los movimientos, Sergio quiere que el juego fluya por el exterior. Dominar por fuera para determinar por dentro, en definitiva. La libertad que se le va a tribuir al segundo punta y los movimientos referentes del ‘9’ tendrá peso con los constantes desmarques de los jugadores exteriores. Ahí, hay abanico.
A un extremo derecho profundo como Keko Gontán o, incluso, Antoñito, a un jugador de dominio y control como Toni Villa, a dos dominadores del balón y del golpeo como Óscar Plano e Ivi López, y a la variante e incógnita de Daniele Verde, válido para ambos costados, hay que sumar las opciones de Antonio Domínguez o Waldo Rubio. Entre todos, formarán la base del equipo, aquélla a la que le faltan grandes nombres pero que parece tener una estructura bien armada. Para contragolpear, para defender y para atacar en estático. Todo con sensaciones y detalles de un duelo amistoso, con todo lo que ello conlleva. O debería.