El ascenso final con el que el Real Valladolid ha cerrado la temporada 2017/2018 no puede esconder lo difícil que han sido los últimos meses en el Estadio José Zorrilla
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Sergio González cambió el Real Valladolid. Asegurar estos no es realizar una crítica a Luis César Sampedro, ni mucho menos. Estoy totalmente convencido que sin la presencia del gallego en diferentes circunstancias el Pucela no habría tomado el camino que pudo seguir en las últimas semanas de competición. Así, el cambio fue muy grande. Muchos detalles de toda esa evolución los define Pablo Hervías. El ’11’ se puede definir como «todo lo que potenció Sergio» en un final de campaña inolvidable.
El riojano no fue el único beneficiado del cambio de entrenador. Sergio afianzó la idea de que «la elegancia es de Boecillo» o que «el talento blanquivioleta tiene nombre». De la misma forma, el barcelonés puso sentido al «incomprensible caso del lateral zurdo» y supo demostrar que «el capitán siempre vuelve». El cambio en el banquillo potenció todo aquello que «comenzó» con el regreso de Míchel Herrero al equipo. Esa vuelta la comenzó a fraguar Luis César Sampedro pero fue Sergio el que hizo que ésta girara alrededor del equipo.
El mejor resumen que se puede hacer de la temporada es que Sergio González potenció los detalles de una base que siempre se mantuvo al nivel. Así, hablar de regularidad es hacerlo de Borja Fernández. Su temporada deja «sin palabras, sencillamente». Entre él, una «estrella sólo eclipsada por Jaime Mata», como Óscar Plano y el ‘9’, la verdadera «estrella» de este equipo, el Pucela consiguió estabilizar la nave en los peores momentos.
Jaime Mata, Borja Fernández y Óscar Plano tiraron del carro blanquivioleta durante toda la temporada. Fueron equilibrados, constantes y regulares en su rendimiento y, además, estuvieron apoyados por otros compañeros que llevaron al Real Valladolid al éxito. En este grupo se ha demostrado la «importancia de la confianza», la relevancia de estar «en las buenas y en las malas» y la importancia de tener una «constancia» que siempre es necesaria. Así, hablar de Kiko Olivas, Jordi Masip y Antoñito Regal, respectivamente, es determinante en el devenir de una temporada con grandes protagonista y actores mucho más secundarios en una temporada en la que hay un antes y un después tras el paso por Granada. La lesión de Deivid Rodríguez lo «cambió todo».
Otros grandes protagonistas
Pese a todos los altibajos, el Real Valladolid ha cerrado la temporada 2017/2018 con una base. Tras ella, obviamente, hay jugadores con un peso destacado y otros muy secundarios pero, también, importantes. El «amargo sueño» de Isaac Becerra, la «apuesta de futuro» de Chris Ramos, la «larga sombra de Mata» sobre Toni Martínez, la «dura lesión» de Antonio Cotán, la explicación de Javier Ontiveros de «quién» es, el «bonito recuerdo del ascenso» de Borja Herrera, la experiencia de Lukas Rotpuller o el «refresco griego» de Giannis Gianniotas sumaron, a su manera, en esta gran experiencia de ascender.
A esa lista de protagonistas secundarios hay que sumar otros jugadores que participaron en el Real Valladolid pero que no consiguieron dejar huella. Alberto Guitián e Ibán Salvador suman «más interrogantes» a su futuro, Ángel García y Sergio Marcos no consiguieron pasar de «apuestas efímeras» mientras que Sulayman Marreh y Asier Villalibre apenas pudieron ser catalogadas como «breves apuestas». Pese a todo, los seis sumaron en una temporada que será recordada por el ascenso pero, también, por la «exótica experiencia» de Nooh Al-Mousa.
¡Un sueño!
Con todo, el Real Valladolid es de Primera y lo es tras cumplir un sueño inimaginable. En un año muy complicado, el Pucela vuelve a ser de Primera y lo es, entre otros asuntos, porque el «sueño de todos» se cumplió. Desde la ilusión de ver a Anuar Tuhami siendo importante en el ascenso hasta la inolvidable victoria (0-3) en Soria hay una evolución. Paulatina, costosa y dura pero, finalmente, válida para llegar a Primera.
