El Real Valladolid vuelve a creer en el play off de ascenso tras las dos últimas victorias fuera de casa y después de variar pequeños detalles de su juego y estilo
El nuevo juego del Pucela | «Sergio González y pequeños matices futbolísticos»
Sergio González es el gran protagonista del Real Valladolid. Las dos victorias que ha sumado el equipo blanquivioleta fuera de casa desde que el catalán está en el banquillo pucelano han potenciado la ilusión de un equipo y un entorno que parecían estar secos de ideas e ilusión hasta el cambio de entrenador. Pese a que la situación clasificatoria no ha cambiado en exceso entre la actualidad y la salida de Luis César Sampedro, el Real Valladolid respira otro ambiente completamente distinto. A nivel competitivo y social, el club blanquivioleta desprende otro aroma gracias a los pequeños detalles que ha conseguido inyectar el técnico barcelonés desde su llegada al Estadio José Zorrilla hace sólo 28 días.
Todavía en el alambre
El Real Valladolid está, actualmente, a dos puntos de la zona de play-off. Los de Sergio González estarían en el sexto de puesto de no ser por el agónico y doloroso empate del Cádiz CF (1-1) en el Estadio José Zorrilla. Sin ese gol de Servando Sánchez, el Pucela estaría donde quiere estar, de la misma forma que si el Pucela hubiese ganado al Gimnàstic de Tarragona en el último partido de Luis César Sampedro, el gallego no hubiera sido destituido porque el equipo hubiera estado dentro del objetivo.
Por ello, el principal análisis de la situación blanquivioleta es que la realidad no ha cambiado tanto como parece en las últimas semanas. La salida de Sampedro y la llegada de Sergio se están manejando bajo los mismos patrones de cifras y estadísticas pero con sensaciones muy diferentes. Un cambio de entrenador supone una inyección de moral importante que, correspondida, con ciertos resultados, favorece nuevos objetivos.
Creo que no es exagerado afirmar que con Luis César Sampedro en el banquillo nadie creía ya en el play-off. Ni en el entorno ni, posiblemente, en el vestuario. Daba la sensación de que se había llegado a un límite y el Pucela necesitaba salir de esa cueva. Los jugadores pedían otro estilo y otra metodología. Pedían más libertad. Ciertos resultados y movimientos les mostraban como un equipo encorsetado. Todo lo contrario de cómo se ha visto ahora al Real Valladolid lejos del Estadio José Zorrilla.
Más cerca del éxito
Ahora, el Pucela es un equipo que no enamora por su juego. No tiene un estilo perfecto y no se muestra como una máquina bien engrasada. Eso sí, se le ve como un conjunto solvente y que cree en lo que hace. Juega a lo que quieren los jugadores, aquello en lo que Sampedro no creía. Bajo estas premisas, la sensación es que ese límite en el que se encuentra el Pucela, de entrar en el play-off o no, está más cerca de ser favorable. Si se juega en el alambre pero con un estilo aprobado por los jugadores, el éxito puede estar más cerca. Mucho más.