Sólo los números sostenían deportivamente a Luis Cesar Sampedro como entrenador del Real Valladolid. Haciendo siempre la goma, sin descolgarse de la lucha de los puestos de play-off y recibiendo cada vez menos goles. Y ya. Hasta ahí puedo leer, como decía Maira Gómez Kent, de la etapa del gallego en el Real Valladolid.
De lo futbolístico nada que rescatar. El equipo se sostiene por los 26 goles de Mata, ¡Vaya! Otra vez ha salido a relucir las matemáticas. Y es que, desde principio de temporada, no se ha corregido ningún defecto. Se ha defendido igual de mal y se recibe algún gol menos, solamente por acumulación de jugadores en zona defensiva y no por mejorar en el posicionamiento o en las ayudas. No sólo no se ha corregido ninguno de los múltiples defectos que el equipo cometía desde la primera jornada si no que, a mayores, y para más inri, se han ido reduciendo las virtudes con las que nacía la temporada.
Nos faltará tiempo
Con todas estas realidades, el relevo llega tarde, muy tarde. Excesivamente tarde. Carlos Suárez ha esperado demasiado y en ocho jornadas toca remar, reorganizar el equipo y tocar la tecla idónea a la primera, sin margen de error. Como aquel año cuando llegó Javier Clemente y nos faltó tiempo para a salvación.
Ahora le toca a la plantilla dar un paso hacia delante y demostrar que Luis Cesar los tenía encorsetados y desordenados. A la ayuda y al rescate llega un Sergio González que, salvo por los 16 meses que entrenó al RCD Espanyol en Primera división, afronta el reto más importante de su corta trayectoria en los banquillos. ¡Suerte!