De la experiencia, a la juventud. El Real Valladolid varía, radicalmente, el perfil de su entrenador por el cambio de objetivo al que se enfrenta el Club en estas jornadas
El Real Valladolid necesita curar unas heridas y limar ciertos problemas que han surgido en esta temporada. Con todo lo vivido, la entidad blanquivioleta sigue queriendo llegar al play-off de ascenso. Para ello, ha roto con el principal patrón con el que se diseñó el equipo este verano. Apostando por un “perfil bajo” de entrenador pero de amplia experiencia en la categoría, las últimas ocho jornadas de competición las va a atacar un preparador que no conoce la categoría de plata. Ni como entrenador ni como jugador. Se trata de una apuesta sin riesgo para Club ni entrenador que pretende señalar y motivar a un vestuario que reduce la ‘distancia’ con su entrenador. Un estilo opuesto para el nuevo objetivo que ya ha asumido el Real Valladolid.
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La ‘diferencia’
Una de las mayores preguntas que me surgen siempre que hay que analizar a un entrenador es qué tal se ha desenvuelto entrando en un equipo con la temporada empezada y, en caso de continuar, qué tal le ha ido en los siguientes meses, cuando ha sido él quien ha diseñado la identidad del equipo. Parto de la base que un entrenador no se comparta igual. No es el mismo cuando puede disponer de una base y un tiempo para el trabajo que cuando debe aclimatarse a lo que tiene, como es el caso de Sergio González ahora.
El nuevo entrenador del Real Valladolid llega al Estadio José Zorrilla para ocho jornadas, lo que le va a obligar a adaptarse al equipo y a las circunstancias de éste. Sergio va a ser más lo que marque el Real Valladolid que el Real Valladolid lo que quiera Sergio. El tiempo es limitado y la rápida adaptación de unos y otros marcará el éxito de una prueba sin riesgo. El margen de pérdida es limitadísimo y es aquel el que ayuda a que el Pucela se haya lanzado a esta aventura de probar, que no conocer, a un entrenador.
En estas ocho jornadas, Sergio González se adaptará a lo que tiene para ganarse una oportunidad. Deberá convertirse en un entrenador de Club para, así, asegurarse una opción de demostrar en Valladolid quién es él realmente. Sabiendo aprovechar el buen trabajo que ha hecho Luis César Sampedro e inyectando parte de su visión de juego pero, sobre todo, de su motivación, el Real Valladolid probará los últimos dos meses de competición con un perfil totalmente opuesto al que se confió en verano.
Un perfil moderno
Ocho meses después de la llegada de Luis César Sampedro y sus casi 400 partidos en Segunda, el Real Valladolid se ha adaptado a la competición. Ésta le ha llevado por un camino que el Club asume con cierta naturalidad. Las preferencias del equipo han cambiado. El verano se esperaba una identidad y una evolución competitiva y ganadora sobre ese estilo. Ahora se busca subsistir desde las victorias.
En junio y julio se quería que la experiencia en la categoría guiara al Real Valladolid para estar en la zona alta de la clasificación. Sobre el papel, a Luis César no le iba a sorprender nada de lo que se iba a encontrar en la categoría. Ya lo había vivido todo. Se quería estabilidad y conocimiento. Ahora se busca otro perfil; otro tipo de entrenador. Con sólo 78 partidos en un banquillo, la apuesta por Sergio González va por la juventud en el banquillo, el hambre de sorprender y la conexión que pueda generar un perfil como el suyo.
Retirado del fútbol profesional hace apenas siete años, Sergio es diez años y medio más joven que Sampedro. Su inexperiencia en los banquillos es palpable pero, supuestamente, es corregida con su impresionante carrera como jugador. Títulos, internacionalidades y más de 500 partidos entre Liga, Copa del Rey y Europa. Con él, la distancia con el vestuario se presupone menor y, por consiguiente, se espera un liderazgo diferente. A un entrenador de su perfil y de su experiencia futbolística se le pide que convenza porque él ya lo vivió como jugador.
Sergio, como muchos otros entrenadores, no debe asumir esta etapa por conceptos futbolísticos que tenga. No debe convencer por las dimensiones de un terreno de juego o por los perfiles de trabajo y respuesta de los extremos. A él no se le va a pedir contenido. Se le van a exigir respuestas y soluciones de un vestuario al que debe convencer. Tiene que hacerlo porque le va en la oportunidad y en el perfil moderno al que responde.