Hasta la visita del Rayo Vallecano, Antoñito Regal era un jugador imprescindible para el Real Valladolid hasta el punto de que Luis César Sampedro le había dado todos los minutos ligueros. Siempre había sido titular y nunca había sido sustituido. El lateral derecho era la pieza más fundamental de los blanquivioleta pero, sin previo aviso ni descenso progresivo en los minutos, ha salido del once. Lo ha hecho en lo que puede ser un movimiento del entrenador para encontrar apoyo entre el núcleo duro del equipo. Sin opción de casualidad, su suplencia ha supuesto el regreso de Javi Moyano al lateral derecho y ha coincidido en el tiempo con el regreso de Míchel Herrero al equipo tras casi tres meses. Imposible pensar en la casualidad.
Obviamente, la entrada del capitán en el carril derecho era obligada. Sin Antoñito, la única opción es él pero lo importante es saber por qué ha llegado ese cambio. El ex del Córdoba CF no estaba haciendo malos partidos. No estaba, ni mucho menos, en su peor momento de la temporada. Éste le había llegado pero ya se había quedado atrás. Con todo, y viendo la situación profesional que vive el entrenador, la suplencia del ’18’ puede venir marcada por la necesidad que Luis César tiene de apoyos en el vestuario.
La mala gestión que el Real Valladolid está haciendo de su destitución en las últimas tres semanas ha colocado al entrenador en un lugar tan negativo como para que haya tenido que replantearse su gestión del vestuario para así localizar los apoyos más importantes y los que más peso tienen.
Apoyos de experiencia
Hablar de meritocracia en el fútbol es muy bonito pero tanto como irreal. Los roles siempre van a existir y no sólo en contexto de juego. Hay pesos pesados que siempre van a tener un trato diferente y puede llegar a jugar «por decreto». Es, por norma general, un peligro pero, en otros momentos, una necesidad. Señalar desde un principio las funciones y pesos en el vestuario es innecesario. Puede limitar el potencial del equipo. Por norma general creo que es un riesgo pero, actualmente, puede ser una solución de Sampedro para intentar reconducir la situación y así estaría actuando el aún entrenador del Real Valladolid.
En la siempre menospreciada gestión de un vestuario, el avance de la temporada te puede llevar a variar la idea que un entrenador tiene. Los egos mandan y son los que pueden marcar el camino. Por ello, desde fuera, se ve un cambio en la gestión de Luis César porque ésta pasa por no ‘enfadar’ al núcleo duro del equipo.
‘Contentar’ a los capitanes y a los jugadores de más experiencia y, supuestamente, de mayor relevancia en el vestuario es un punto a favor para un entrenador que puede vivir sus últimos días en el Club. Si unos son premiados, otros son castigados. Cuestiones del fútbol y de una maniobra simple de que cuando un preparador ve que su discurso no cala, intenta que éste llegue por las voces del vestuario, aquéllas que confían en él y a las que él si puede convencer, primero, con minutos, y después, con palabras.