Real Valladolid 1 – 0 Sevilla Atlético | Sufriendo, las victorias saben mucho mejor
El gol de Luismi Sánchez en el minuto 86 es mucho más que la alegría que se llevó el Estadio José Zorrilla y, posiblemente, mucho más que una victoria para el Real Valladolid. El tercer tanto liguero del centrocampista gaditano materializó el dominio del equipo pucelano ante el Sevilla Atlético, multiplicó las sensaciones de la victoria (0-1) en Barcelona, confirmó el cambio de estilo del equipo e hizo posible que se produzca un buen recorte sobre las posiciones de play off. Tras el pitido final y con los tres puntos en la mochila, el Real Valladolid pudo gritar esa frase de «tres puntos más y un partido menos». Ya sea por merecimiento o no, el Pucela sigue sumando que es, finalmente, lo que necesita el equipo de Luis César Sampedro. Sumar, sumar y sumar. Con merecimiento o sin él, con suspense o sin él y con sufrimiento o sin él. Simplemente sumar.
Cautela
Aún es pronto para ilusionarse y para ver al Real Valladolid la cara de ganador que tenía Samuel Eto’o cuando resumió una victoria como la frase de “tres puntos más; un partido menos”. Es muy pronto para ello, demasiado pronto y mucho más tras haber ganado sólo a dos equipos filiales, con todo lo que ello conlleva, pero, sobre todo, tras superar a dos equipos que viven en zona de descenso.
Después de la victoria pucelana (0-1) ante el Fútbol Club Barcelona B, los de Luis César Sampedro debían ganar al Sevilla Atlético para confirmar que el nuevo estilo pucelano es válido y que el equipo está comenzando a mostrar que sabe qué quiere. No es sencillo variar radicalmente el estilo de juego a mitad de temporada pero los resultados están dándole un plus de fuerza mental al equipo.
Luis César estaba muy tocado hace apenas dos semanas. Muy, muy tocado. Una derrota en el Mini Estadi le habría llevado a la destitución. Estaba y creo que, en parte, aún está “sentenciado” pero también es verdad que el resultado de los dos últimos partidos ha dado mucha fuerza a la idea del entrenador. En un momento límite, Sampedro cambió. Dio una vuelta de tuerca a su idea y ésta, por el momento, es perfecta. Ha conseguido convencer al equipo de qué quiere y cómo lo quiere. Después, éste lo ha llevado a la práctica sin excesivos errores y con todo el pragmatismo que necesitaba el equipo a estas alturas de la temporada.
Sumar era determinante. Casi más que una obligación. El equipo lo ha hecho. Aún no se le ha puesto cara de ganador pero sí que ha comenzado a eliminar la de perdedor. El equipo supo sufrir para ganar pero lo terminó haciendo por convencimiento e ideas. La segunda victoria consecutiva de la temporada firma ilusiones necesarias, esperanzas obligatorias y peticiones quizás excesivas. Todas deben estar marcadas por la cautela que exige un momento muy similar a otros tantos de la temporada que se han desaprovechado y que llevaron al cuerpo técnico a este cambio de estilo que, por el momento, da un 100% de efectividad.