El Real Valladolid cierra una semana de triple duelo competitivo con un sabor contradictorio ya que los resultados parecen lo menos llamativo de esta construcción
Con cuatro puntos sobre nueve. Así cierra el Real Valladolid la que es, hasta la fecha, la semana más importante de la temporada. Siguiendo la exigencia de ver crecer, evolucionar y mejorar al equipo jornada tras jornada, el Pucela consume esta semana de triple duelo con un regusto amargo y agridulce. Con la sensación de que la goleada ante la Agrupación Deportiva Alcorcón tapó y disfrazó muchos de los problemas del equipo, el duelo en Almería pero, sobre todo, detalles de la derrota en Vallecas no dejan saborear el crecimiento de un equipo que parecía tener todo su fútbol conseguido y asumido tras la victoria de la séptima jornada.
¡Escepticismo!
La victoria (4-1) sobre el Córdoba CF me dejaba una gran sensación y una enorme ilusión. Uno de las mejores regustos en las últimas temporadas. Obviando partidos especiales y victorias destacadas, más por lo sentimental y personal que por lo futbolístico, el duelo de hace unas semanas en el Estadio José Zorrilla generaba ilusión. El Real Valladolid se había hecho a Luis César Sampedro y el míster a su equipo. La combinación parecía perfecta. La identidad del equipo estaba plasmada y el Pucela tomaba una destacada inercia en la séptima jornada. Por estos dos últimos detalles me genera un sabor amargo la última semana de campeonato.
Sin querer ser crítico ni exagerado porque considero que el equipo no se lo merece tras todo lo conseguido, los últimos 270 minutos me generan dudas e inquietudes. Sobre todo, escepticismo. Son tantos los detalles que percibo de esta semana que desconozco si podré expresarlos en una única pieza. El mejor resumen creo que es el que ha realizado en Twitter, tras la pieza publicada este lunes en ElDesmarque Valladolid. Para mí, es una prueba “no superada”. La exigencia de estos tres duelos no está conseguida porque el equipo no fue él y porque no supo prolongar la estela creada en el inicio de esta competición.
Según la RAE, el escepticismo, lo que siento actualmente, es la “desconfianza o duda de la verdad”. Es decir, y en este caso, es mi desconfianza sobre la realidad de un Real Valladolid que golea en casa y puntúa fuera y que está sexto. Con todo ello, y después de lo vivido en las últimas temporadas, la realidad me debería obligar a ser feliz. En parte, lo estoy. Lo soy pero hay algo que, honestamente, me lleva a dudar de las opciones de crecimiento del Real Valladolid, tras lo vivido en los últimos 270 minutos.
El camino es largo
Tras esa importante victoria ante el equipo de Luis Miguel Carrión la sensación era perfecta. El camino estaba conseguido. El Real Valladolid era lo que el entrenador quería y parecía que sólo quedaba sentarse y disfrutar. ¡Nada más lejos de la realidad! A este Real Valladolid le queda crecer mucho, tanto como al Pucela de Paco Herrera tras su victoria (1-2) en Tarragona hace, aproximadamente, un año. En aquel momento parecía que el equipo lo tenía todo superado, pero no. Las dudas generadas por las cinco derrotas consecutivas aparecerían.
Ahora, los miedos y las fobias no son tan grandes. El Real Valladolid aún no tiene traumas. Aquel, sí los tenía. Pese a ello, la sensación es de poco aprovechamiento de todo lo conseguido. El Pucela podía haber conseguido ampliar la inercia conseguida y detallar pequeños puntos de la identidad del equipo. Por el contrario, con cinco goles encajados y seis conseguidos, los de Luis César Sampedro siguen demostrando fortalezas y debilidades pero con la impronta de que han prevalecido más las errores que los aciertos.
Tras ello, lo importante está en el motivo de todas esas dudas y aquel escepticismo tan grande. ¿Se debe a una excesiva expectación sobre el equipo? ¿Ha pesado la poca rotación en el equipo? ¿Pueden haber aparecido los primeros detalles de cansancio? El camino, largo como pocos, dictaminará sentencia y dirá si ese escepticismo es exagerado, innecesario o más «verdad» que la propia realidad.