Pese a que en una pretemporada los resultados no son importantes, el Pucela de Luis César Sampedro posee una exigencia mayor por firmar victorias en sus amistosos
De Asier Garitano a Antoñito Regal. En pretemporada es muy socorrido en una entrevista cuestionar qué peso o importancia tienen los resultados. El entrenador del Club Deportivo Leganés afirmaba tras uno de los primeros encuentros de preparación que “ni el resultado ni los goles me preocupan”. Lo que si quita horas de sueño al entrenador vasco es que “la gente haga lo que estamos entrenando” para que “se vean las intenciones”. Da igual ganar que perder. Se quiere ver una evolución. Cualquier entrenador busca ver mejorar al equipo pero si es dentro de una victoria, “mucho mejor” como aseguraba Antoñito Regal en el stage de preparación blanquivioleta. El lateral sevillano sabe que el Real Valladolid debe ganar. En una preparación de tanta competición como ésta, los de Luis César Sampedro tienen una necesidad importante de ganar partidos.
La idea de Luis César Sampedro
El nuevo entrenador de Real Valladolid mostró desde el inicio de la pretemporada cuál era su idea para diseñar su proyecto blanquivioleta. Quería competir. A diferencia de otros estilos, el míster gallego buscaba identificar a su Pucela desde la evolución del juego en competición. Los entrenamientos son importantes, obviamente, pero los amistosos, mucho más. Así, y desde los diez encuentros amistosos cerrados antes del debut liguero, el Real Valladolid demostraría qué tal evoluciona y en qué punto se encuentra. Antes de vivir el quinto encuentro de preparación, el Pucela deja buenas sensaciones y las deja, principalmente, porque aún no ha perdido.
Cuatro encuentros disputados para firmar tres victorias y un empate ante el Besiktas JK muestran un buen Real Valladolid. Si el equipo está realmente bien o no, parece otro asunto. Hasta el momento, la sensación global es que el equipo está en crecimiento porque cumple esa necesidad de ganar partidos. La exigencia de conseguir que los duelos deparen buenos resultados se ha mostrado en el estilo competitivo del equipo. En la relevante victoria (1-2) ante el Athletic Club en Sestao, los de Sampedro hicieron lentos los últimos minutos del partido. Les interesaba ganar y leer bien el último tramo del partido. Era julio pero ya estaban compitiendo. No estaban en un momento para mostrar el juego sino para ver hasta qué punto saben leer el juego.
En ese clima de competición, aquél que esperan mostrar desde el próximo 20 de agosto, Luis César Sampedro y los suyos sufrieron, y con mucho gusto, ante el Besiktas JK. El potencial del equipo turco encerró a los pucelanos en el tramo final de la primera parte. Los pucelanos querían verse en esa circunstancia y, nuevamente, salieron victoriosos. Lo hicieron, obviamente, porque no perdieron. El empate final (2-2) ante los turcos muestra que el equipo crece porque va cumpliendo sus necesidades de no perder. Este Real Valladolid, más que nunca, tiene que ganar en pretemporada. Debe hacerlo porque es la base de la idea formada por el cuerpo técnico y porque los jugadores y el entorno así lo necesitan.
El plus motivacional
En las semanas previas a vivir la cuarta temporada consecutiva en Segunda división, el registro más alto del Real Valladolid desde la década de 1970, estas victorias pucelanas son importantes. Son destacables porque muestran un camino al que agarrarse. Tras la no clasificación blanquivioleta al play-off de ascenso 2017, la desunión entre equipo y afición creció. La salida de muchos de los jugadores del equipo, amplió unas distancias que, ahora mismo, sólo pueden unir una buena racha de resultados y victorias.
Acumular victorias y goles en pretemporada no suman para el inicio liguero ni para las primeras semanas de competición real pero, actualmente, sí dejan un poso de felicidad y esperanza en el golpeado aficionado del Real Valladolid. Con ello, la necesidad se transforma y se convierte en un plus motivacional. Un añadido que no dice realmente nada y que no genera un crecimiento superior en el equipo pero que alimenta muchas de las esperanzas futuras y que cura ciertas de las heridas generadas en el pasado.