Luis César Sampedro será el encargado de dirigir al Real Valladolid. En su haber el ascenso del Gimnàstic de Tarragona a Primera, del Albacete Balompié a Segunda o la mejor temporada del Club Deportivo Lugo de su historia. En su debe, el descenso del equipo manchego. Como fortaleza tiene su juego agresivo y al ataque y como debilidad, su fragilidad defensiva. Así podríamos encasillar o etiquetar al nuevo entrenador blanquivioleta.
Luis César es uno de esos entrenadores modernos. Aunque ya es veterano es uno de esos preparadores de perfil apasionado por el fútbol y que disfrutan de cada sesión de entrenamiento. Se podría decir incluso que contagia su pasión por este mundillo a muchos de sus jugadores que, tras ser entrenados por el gallego, inician su carrera en los banquillos. Sus equipos gozan de una gran personalidad, con laterales muy abiertos que ejercen de carrileros, mucho movimiento en la parcela ofensiva y juego de posición.
Aunque se le etiquete como un entrenador de toque y más toque, sus conjuntos destacan por ser agresivos y hacer una presión alta, sin la cual sería imposible tener el control de la posesión y desarrollar ese juego combinativo y de dominio que busca. En definitiva, Sampedro es un entrenador valiente con las ideas muy claras. El problema está en que toda esa personalidad puede transformarse en ciertos riesgos en zona defensiva, perdidas peligrosas y en un sistema que necesita funcionar a la perfección.
El perfil de sus jugadores
Luis César Sampedro necesita disponer de jugadores de un perfil muy concreto. Por ejemplo, Alberto Guitián parece haberse formado para jugar a sus órdenes, mientras que Álex Pérez puede tener problemas. Miguel Ángel Gómez tiene el duro trabajo de encontrar ese tipo de jugador que se adapten a ese estilo. No abundan en el mercado y conformar una plantilla acorde a las necesidades del nuevo míster es gran parte del triunfo futuro. El éxito estará en el equilibrio que el entrenador gallego consiga finalmente y en su capacidad de adaptación.
Por norma general, al gallego se le achaca que con ese juego bonito en Segunda división no se triunfa y nada más lejos de la realidad. Lo difícil es conseguir que el equipo encaje para conseguir jugar como él desea y lo cierto es que ya lo ha conseguido en equipos más modestos. Ahora habrá que ver si la presión de un histórico vuelva a convertirse en un hándicap para todo el que llega al Estadio José Zorrilla y si el Valladolid, como ciudad y afición, está capacitada para un entrenador tan atrevido y valiente como el gallego.