El Real Valladolid, a nivel individual, no ha marcado altas cotas de rendimiento
Hace unos años, Álvaro Arbeloa reflexionaba y afirmaba que el fútbol es un deporte individual. Pensando sobre ello, y a nivel personal, considero que lleva razón. Cada jugador busca su éxito individual. Depende del entrenador que todos esos rendimientos y resultados sumen y dejen a un equipo en una situación ventajosa. Para ello, el rendimiento individual de cada jugador debe ser satisfactorio y este Real Valladolid, desde un análisis frío, no lo ha sido. El equipo de Paco Herrera no ha dejado grandes ratios ni sensaciones. Ni globales ni individuales. Ha sido un equipo irregular en el juego de cada uno y, por consiguiente, no ha estado al nivel esperado como equipo. Considerando que el grupo se hace desde el éxito individual de cada uno, la realidad blanquivioleta es justa.
Cuestión de sinergias
El fútbol evoluciona y no sólo en el estilo del juego. En la actualidad, el futbolista es mucho más egoísta que hace unos años pero, posiblemente, mucho menos que dentro de un años. Todo se basa en ellos. Todo. Hasta el más mínimo detalle. Ahora, la sensación que deja el fútbol es que el entrenador maneja, une y construye sobre diferentes circunstancias individuales para buscar el éxito grupal. Parece que ningún jugador quiere encontrar el bienestar del grupo si no está dentro del once titular. Éstas son las “sinergias”, que diría Vicente del Bosque. Si este jugador funciona con aquel otro, no lo cambio. Lo potencio. Busco explotar esa pequeña unión. Cueste lo que cueste.
Bajo este patrón, el fútbol es un deporte de errores, un juego en el que todo consiste en pequeños detalles y en tener, cada día, menos personalidad. Todo depende del acierto individual de determinados jugadores. Sin éxito en ellos, el fútbol muere y así, el Real Valladolid de Paco Herrera no ha llegado a sus objetivos. No lo ha hecho porque el rendimiento individual de todos los jugadores no ha sido bueno pero, sobre todo, no ha sido regular.
Hablar de los mejores jugadores de este equipo es hacerlo de Joan Jordán, Míchel Herrero, Jose Arnáiz y Raúl de Tomás. Entre los cinco mejores jugadores para cualquiera, estos cuatro estarían dentro de ese ranking. Lo triste y duro es que analizando su rendimiento individual, se entienden muchas circunstancias. A Míchel le costó rendir al comienzo y ha terminado en un nivel más bajo del esperado. Ese bajón del ‘21’, Joan Jordán lo vivió durante la primera vuelta y llegó a perder la titularidad. En el aspecto ofensivo, el buen inicio de Jose Arnáiz y el estatus que ganó para el entorno hizo que no perdiera la titularidad cuando vivió jornadas de intrascendencia futbolística. Como él, Raúl de Tomás. La única diferencia es que el ‘47’ sí las vivió desde el banquillo.
Ningún jugador es fiable durante toda la temporada. Ninguno. Físicamente es imposible. Posiblemente, ni Álvaro Rubio ni Víctor M. Fernández mantuvieron un excelente nivel en todos los partidos de la temporada 2006/2007. Lo positivo de aquel equipo, es que las sinergias eran completas. Eran de grupo. La regularidad era de equipo. Nadie fallaba. Nadie dudaba. Todos aportaban hasta en su pico más bajo de rendimiento. Nadie parecía vital y menos sin estar al 100%. En este Pucela, independientemente del nivel, había jugadores fijos. Javi Moyano, por ejemplo.
Sensación de fracaso
Nunca es buen comparar y menos ante un equipo como aquel pero tampoco hace falta para señalar la complejidad individual de este equipo. Al Real Valladolid 2016/2017 es difícil encontrarle ese legado futbolístico que, por ejemplo, sí parece que deja el paso de Paco Herrera por Pucela. Analizando la temporada futbolística y de juego del equipo, cuesta encontrar un poso futbolístico y, ante todo, una identidad definida.
Individualmente no se ha construido sobre un objetivo común y la realidad ha terminado demostrando esa irregularidad de juego, intensidad y concentración. Con un equipo que en muchas ocasiones quería pero no lo conseguía, el rendimiento individual ha destrozado el grupal. Sin la regularidad de cada uno, el proyecto ha muerto dejando la sensación de que había mucho por hacer y existían muchas posibilidades de conseguirlo.