Pese a que para el técnico blanquivioleta el sistema es no es tan «importante», lo primero que hizo ante el Nástic fue romper la idea inicial del Real Valladolid
23 de marzo de 2017 | «El actual miedo para hablar de defensa de cinco»
En la previa de la derrota (1-2) ante el Gimnàstic de Tarragona, Paco Herrera hablaba de que no consideraba “importante” ni “grave” el nuevo esquema del equipo. El entrenador pacense quería restar trascendencia al debate que se había instaurado en el entorno del Nuevo Estadio José Zorrilla sobre el llamativo esquema blanquivioleta. El Pucela no debía centrarse en la formación sino en los nombres que la conformaban pero, luego, a la hora, de la verdad, el propio cuerpo técnico desdecía sus palabras y le daba una trascendencia total a la formación.
El sistema no era lo “importante” pero tras un marcador en contra, se producía una sustitución en el tiempo de descanso. Alex Pérez abandonaba el terreno de juego para dar entrada a Dejan Drazic. El Pucela variaba los integrantes del esquema y el entrenador afirmaba con una decisión que su nueva formación es defensiva. Lo es porque no se le dio paciencia al equipo. Ante la primera duda de resultado, que no de juego, el equipo palpaba el nerviosismo del cuerpo técnico. Éste, en lugar de dar rienda suelta a la idea diseñada en un inicio, cambiaba un hombre y variaba dos piezas. Javi Moyano salía de puesto y Drazic se disponía en una demarcación muy llamativa para él. Todo por generar más ataque. Todo por eliminar un planteamiento de perfil defensivo.
¡Defensa de cinco!
Si durante la semana, y tras el primer partido de la nueva formación, se hablaba de cuál era la denominación del esquema, si cinco defensas o, por el contrario tres, Paco Herrera cerraba tal duda con la actuación en dicho descanso. La variación de nombres señala al Real Valladolid como un equipo defensivo en su idea. Un conjunto obligado a variar su base tras 45 minutos de juego por un resultado en contra, carece de estilo y de confianza. La capacidad de reacción que se le presupone a esta formación es nula porque su concepción no es de ataque sino, más bien, todo lo contrario.
Jugar con esta idea obligaba a cambios en el tiempo de descanso. Instaba a que Paco Herrera tuviera que quitar un defensa central y dar entrada a un jugador de ataque para poder cambiar el estilo de su equipo. Por la idea de la formación, el cuerpo técnico no veía viable el crecimiento del equipo ni, obviamente, la remontada. Ante un gol rival el nuevo proyecto se desmoronaba. Sin la reacción y la remontada de Alcorcón, tomaba cartas en el asunto.
Así, esta formación, defensiva en su idea, no genera seguridad pero porque tampoco se la dan. Ante la primera dificultad, se le cerraba el camino. Lógico que luego exista inestabilidad en el equipo. Tanto en juego, como en resultados. La base tampoco es regular y el equipo recibe ese nerviosismo que se crea desde el otro lado de la línea de banda. La idea puede ser buena, nadie lo duda, pero la ejecución deja mucho que desear.