Las alarmas del pesimismo ya no se apagan en el seno blanquivioleta
A estas alturas de temporada y, precisamente, cuando el estado de ánimo del vestuario del Real Valladolid debería reflejar todo lo contrario, el miedo, el cansancio y las dudas inundan el ambiente blanquivioleta. El conservadurismo de Paco Herrera ha agotado la paciencia de una afición triste y desilusionada.
El juego y la actual temporada
Las dos cuestiones que influyen en la valoración de Paco Herrera y en consecuencia, en la opinión sobre su renovación y continuidad en el club. son el juego que realiza el Real Valladolid y el proyecto que ha construido Braulio Vázquez. Estos factores se contraponen. Si nos atenemos a la actual temporada, las expectativas no se están cumpliendo. Y en mi opinión, su no satisfacción no es producto de la clasificación, de los puntos y de los resultados sino de las sensaciones que está dejando su dirección desde el banquillo del José Zorrilla.
El principal punto negativo de su gestión es el conservadurismo con el que juega el Real Valladolid. El equipo nunca se suelta y el miedo se refleja en los partidos. La defensa está muy retrasada, la diferencia entre líneas es enorme, el equipo necesita hacer muchos metros, tanto para atacar como para defender, y los jugadores acaban desfondados. Como el equipo no está junto, las segundas jugadas son del rival, los ataques se cuentan con los dedos de la mano y la sensación en el espectador es de falta de intensidad y concentración. Pero nada más lejos de la realidad. El problema es de fútbol.
Paco Herrera protege a los centrales situando la línea defensiva bastante por detrás del centro del campo. Alberto Guitíán y Álex Pérez no destacan por su velocidad y el entrenador se encuentra más cómodo de esta forma pero los problemas más graves se derivan de esa situación. El equipo no puede presionar arriba porque con esa diferencia entre la delantera, los medios y la defensa, el rival encuentra una autopista. No hay profundidad porque los laterales, demarcación clave en el sistema de Herrera, necesitarían ser un portento físico. Dada la situación, es el momento de dar un golpe encima de la mesa, de arriesgar y de ser valiente. Ahora o nunca. ¡Por la afición!
El futuro a medio plazo
A favor de Paco Herrera está el proyecto pucelano. El Real Valladolid necesita continuidad y estabilidad. Las expectativas crecieron. En julio nadie se marcaba el playoff como objetivo y la situación no es dramática. El problema, por ahora, no son los resultados y no se puede variar la idea del club cada semana. Además, Herrera está participando en todas las decisiones deportivas: Promesa, renovaciones, fichajes… Toca mantener la calma.
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Desde Valladolid se observa a los demás equipos históricos de la categoría de plata como clubes que ya no son lo que eran. Sin embargo no se acepta que el propio Real Valladolid ya no es capaz de estar arriba por la inercia del nombre y que, por mucho que duela, hay equipos de menor relevancia histórica superiores en la actualidad. Y salvo temporada milagro, sólo pasito a pasito, como diría Enrique Iglesias, el Real Valladolid podrá ser capaz de volver a donde la historia dice que debe estar.
Hay contras y la dinámica actual no es ilusionante pero echar al entrenador, como vemos en la categoría, no suele ser la solución. La dirección deportiva debe mantener la calma y aislarse del entorno y continuar con el proyecto. Paco Herrera va conociendo el club y la ciudad y está colocando las piezas. No se puede criticar a los mandatarios del Real Valladolid por no tener una idea y por traer cada año 15 jugadores nuevos y pedir a la primera dificultad un cambio de rumbo. Empezar de cero por cuarto año consecutivo sería un nuevo error.