Real Valladolid 1 – 1 CD Lugo | Nueva decepción de los de Paco Herrera
Un equipo que muestra ambición inicial, que vive los primeros minutos del partido en el área del equipo rival pero que paga el primer fallo defensivo es un conjunto en formación. Una propuesta que duda en determinadas fases del partido y al que le pesan el avance de los minutos cumple el patrón de un proyecto que está viviendo sus primeros avances. Un equipo débil y sin variantes es un conjunto que no está hecho. Todos estos ingredientes son aceptables en los primeros meses de competición. En septiembre, octubre o, incluso, noviembre son lógicos. Todo equipo necesita un margen y un tiempo para hacerse a la categoría y a los nuevos fichajes. Tras 31 partidos, este encuentro no es inaceptable pero si muy peligroso para los intereses de un conjunto que quiere pelear por ascender a Primera división. Paco Herrera lo sabe y por ello cambia la dirección de la mirada.
Ilusionante inicio
La semana había estado marcada por la exigencia de ambición en el Real Valladolid. Paco Herrera, los jugadores y el ambiente pedía que el equipo, tras la victoria (1-3) en Murcia, diera un golpe sobre la mesa. El propio entrenador había hablado de volver a la zona de promoción para ya no perder nunca más dicha posición. Tristemente, antes del partido ya habían perdido dicha opción. Los resultados de la jornada dejaban el regreso a los seis primeros puestos como un imposible. Pese a ello, la exigencia era la misma. El equipo debía apretar para ser el protagonista.
Tenía un objetivo y lo consiguió. Fue dominador de los primeros minutos. Raúl de Tomás tenía dos opciones claras de gol pero no conseguía superar a Jose Juan. El Pucela vivía los instantes iniciales volcado en el campo rival pero no se hacían con el marcador. Tal era la visión ofensiva de los de Paco Herrera que en el primer acercamiento el Club Deportivo Lugo hizo el primer tanto del partido. Una muestra irrefutable de un equipo que está por hacer. Un equipo que, como diría Paco herrera tras el partido, se debe “cuadrar”.
Las dudas no llegaron a entrar en el cuerpo pucelano porque, sólo tres minutos después del tanto de Joselu, Raúl de Tomas empataba el partido. El ‘47’, en su tercer remate en 16 minutos, hacía su séptimo tanto de la temporada y devolvía la igualada al marcador y la opción de que los pucelanos volvieran a ser dueños del partido pero la inestabilidad y esa petición de crecimiento volvieron a aparecer. El Pucela ya nunca más sería el dueño. Fue perdiendo protagonismo y regalando metros hasta llegar a perder el balón y el peso del partido. Irregularidades propias del mes de octubre, ciertamente.
Preparación física
Con el empate en el marcador y el paso de los minutos de la segunda parte, que no beneficiaban en absoluto a los pucelanos, aparecían aquellas declaraciones del entrenador pacense en la previa que hablaban de la preparación física. Cuestionado por ella, el míster afirmaba que el equipo estaba en tiempo de carga. Una disposición que busca la frescura en las próximas jornadas y en esos diez últimos partidos que tanto menciona el cuerpo técnico. Ahora se estaba en periodo de trabajo alto y el equipo mostraba un declive en su estado. Los pucelanos caían en sus credenciales y el partido se hacía largo. Muy largo.
El tiempo pasaba en contra de un equipo que no asustaría a la defensa gallega en todo el segundo acto. Pocas intervenciones ofensivas de un equipo que variaría el sistema que ofrecería la entrada de tres jugadores ofensivos de refresco. Juan Villar, primero, Alex López, después, y Jaime Mata, para terminar. Nada valdría porque nada cambiaría. El Pucela claudicaba nuevamente en casa. Viendo alejada la zona de promoción en dos pasos más, la tristeza no estaba en el empate sino en ver que el equipo firmaba un partido propio del inicio de la temporada y no de finales del mes febrero.
Nueva decepción
A estas alturas de la temporada y tras 31 partidos oficiales de los pucelanos, 27 ligueros y cuatro de Copa del Rey, el equipo no tiene los automatismos necesarios, la confianza obligatoria ni la situación física aconsejable. Los primeros minutos hablan de un equipo con ambición ofensiva pero sin ideas prácticas. A su vez, muestra una versión débil del equipo. Una llegada rival y gol. Además, el avance del duelo aumenta las dudas en el equipo de Paco Herrera. Un declive en juego, estado físico e ideas que firman una nueva decepción. La última. No la final.
No se trata de la definitiva porque este Real Valladolid aún tiene al alcance de la mano el objetivo. Perdiéndolo, el equipo morirá, perderá toda ilusión y, obviamente, esos detalles que nos llevan a creer en el sueño, desaparecen definitivamente. Ahora nos vale hasta una rueda de prensa de Paco Herrera para mirar al futuro. En dos o tres semanas o tras uno o dos resultados malos, la decepción final será tan dura como definitiva.