Girona FC 2 – 1 Real Valladolid | Despedida definitiva de la gran ilusión pucelana
Afirmar que lo peor de la visita del Real Valladolid a Montilivi no es el fallo de Pau Torres que provocó el segundo tanto del Girona FC marca la debilidad del proyecto blanquivioleta, el mal partido pucelano y la tristeza de la categoría de plata del fútbol español. En ella un equipo como el que dirige Paco Herrera, sin regularidad, sin estilo definido y sin identidad sigue vivo y con grandes opciones de continuar con los objetivos marcados. La pobreza de la categoría se muestra en que partidos como éste, en el que el Real Valladolid fue superado, física, técnica y tácticamente, no es el cierre de la temporada. Es, sólo, un traspiés más.

Lo aseado es insuperable
Queda mucha competición pero tras 24 jornadas hay dos equipos que están por encima del resto. Superan la media de la categoría. Tanto Girona FC como Levante UD son los dos equipos que están merecidamente en la zona de ascenso directo a Primera división. Son conjuntos con ideas claras. Se trata de equipos con una base muy bien estructurada y que conocen la regularidad, aquel desconocido blanquivioleta. No son equipos que vayan a pasar a la historia más allá de por poder conseguir lo que, ahora, sería un merecido ascenso. Su juego no enamora y su potencia no es diferencial. No lo es a nivel de historia. Quizás sí en esta edición de Segunda.
Ese éxito de valencianos y catalanes se debe a lo aseado de sus proyectos. Son equipos que no destacan por la calidad. Se confía en ellos y se valora su propuesta por tratarse de dos equipos con ideas claras, con una identidad definida y con un equipo creado, trabajo y potenciado para tal firma.
Así, la visita del Real Valladolid al Estadio de Montilivi se saldaba con una merecida derrota. Un encuentro perdido por la debilidad blanquivioleta y la personalidad local. Si los gerundenses expusieron su estilo tras el contacto inicial de los primeros 10 minutos, el Pucela no tuvo detalles de calidad en los 80 minutos restantes. Una jugada aislada de Joan Jordán, un buen pase de Míchel Herrero o un buen remate de Raúl de Tomás. Poco más. El Pucela no supo convencer porque el Girona FC, un equipo aseado, trabajado y con identidad, superó todo lo expuesto por el Real Valladolid. La calidad pucelana fue poca y la del Girona, la justa. En ese duelo de pocas alternativas ganaron los de Pablo Machín. Merecidamente. Sin excusas.
Pau Torres. Lo de menos
Tras el pobre bagaje de juego, de aspectos ofensivos y de personalidad del Real Valladolid, lo menos importante es el fallo de Pau Torres en el segundo gol del Girona. Una cesión de Alberto Guitián terminaba en la portería blanquivioleta tras un mal gesto técnico del portero. Un fallo, nada más, pero con el detalle destacado de ser dónde era y del puesto que procedía. Un fallo en el área propia es una facilidad imperdonable para el equipo rival. El Girona FC lo aprovechaba y sentenciaba el partido pese al tanto de Raúl de Tomás a pocos minutos del final.
El segundo tanto local es la muestra de lo mucho que puede y tiene que mejorar el Real Valladolid. No por el resultado sino por la evolución que tenía el partido hasta entonces. El crecimiento del duelo no dejaba ilusiones en el seno blanquivioleta. Todo llevaba a la derrota. Por mérito del rival pero, sobre todo, por incomparecencia pucelana en muchos aspectos y zonas del terreno de juego.
El reflejo de todo
El Real Valladolid claudicaba y lo hacía por un cúmulo de circunstancias elocuentes y que en estas líneas ya se habían anunciado, analizada y comentado semanas atrás. El Real Valladolid, muy posiblemente tras el resultado pero, también, antes de él, ofrecía un esquema poco ventajoso para los intereses del partido. El sistema con línea de cinco del Girona FC se encontraba con un Pucela muy centralizado. Los locales querían el exterior y los visitantes el interior. En esa muestra de cualidades, los rojiblancos fueron superiores. Muy superiores.
En ese juego de dos esquemas que utiliza Paco Herrera, el pacense estuvo equivocado en el planteamiento. Ofreció un estilo erróneo que el rival ganó. La idea inicial pudo ser equivocada, los cambios y las variaciones tácticas inexistentes, más. Con el devenir del partido el Pucela era exigido a cambiar el sistema y abandonar el rombo pero el entrenador no optó por ello. Tres cambios naturales que no cambiaron el juego pero que, tampoco, ofrecieron una buena versión de ninguno de los tres suplentes. Sólo Raúl de Tomás pudo aportar algo fresco y novedoso al juego plano que ejercía el equipo.
Sin una buena idea pucelana, sin una personalidad blanquivioleta y sin una identidad exigible y necesaria, la categoría no se puede sorprender. El duelo estrella de esta vigesimocuarta jornada se cierra con la enésima confirmación de que esta categoría no es lo que era en temporadas atrás. No tiene el fútbol, la exigencia y la intensidad de otros años. Ya no destaca el mejor. Lo hace un equipo aseado, trabajado y con la identidad propia del día a día. El que domina, gana. El que gana, sube puestos y ya nadie le baja de esa posición. Nadie está en cualidades de hacerlo. Nadie, posiblemente, pueda.