Pese a unos cuestionables resultados, el Real Valladolid ha conseguido en los últimos meses volver a una dinámica de identidad importante que se debe confirmar en 2017
• Paco Herrera no ha generado un cambio elevado en los resultados pero sí que ha conseguido dar tranquilidad y estabilidad al club blanquivioleta. El míster ha marcado un camino para regresar a la identidad perdida •
Tranquilidad, sosiego, «identidad propia» o «largo plazo»… llamémoslo como cada uno quiera pero es éste el objetivo que debe cumplir el Real Valladolid en este año 2017 que ya ha comenzado. Lejos de números, resultados o éxitos deportivos puramente de marcador, el club blanquivioleta necesita seguir ese camino marcado y que habla de una identidad propia, tanto en el juego, como en los fichajes, como, sobre todo, en el día a día. El Pucela necesita tranquilidad y sosiego para conseguir un mínimo éxito. Debe confirmar todo lo trabajado y darle continuidad a lo firmado. Sin cambios, variaciones bruscas ni pérdidas de personalidad, el Real Valladolid debe confirmar la identidad propia que se vislumbra lejanamente entre tanto cambio e inestabilidad.

No vale sólo con ascender
“¿Qué le pides al 2017?”, es, obviamente, una pregunta muy escuchada últimamente. “¡Que ascienda el Real Valladolid!”, se escucha. “¿Cómo?”, debería ser la siguiente pregunta. Ascender por ascender lleva alegrías pero no futuro ni frutos. «Pan para hoy y hambre para mañana», que se dice. Para conseguir un éxito como el que quiere firmar el Real Valladolid hay que estar muy bien hecho, muy bien conjuntado y tener una identidad propia, un camino que haga viable la continuidad del proyecto en ese hipotético cambio de categoría. Tristemente, éstas son condiciones muy lejanas al actual Pucela.
Variando, como se hace en el Nuevo Estadio José Zorrilla, todos los objetivos, ingredientes y condicionantes, el camino no llega al mantenimiento de las ideas y de la personalidad sino a la reconstrucción y el Real Valladolid no se lo puede permitir. Por ello y con ello, el 2017 no debe ser el año del ascenso del Real Valladolid. Debe ser el año de la confirmación de que en el mundo vallisoletano hay una identidad y un estilo. No vale con ascender o con encontrarse el ascenso. Hay que saber dónde se está y cómo se debe conseguir el ascenso. Identidad y personalidad.para poder tener un futuro digno y prometedor.
Dolor. No laste económico
Por suerte o por desgracia el Real Valladolid no tiene la necesidad de ascender de inmediato. No conseguir el éxito no lleva a una pérdida de fuerza y superioridad. El Club ya no es más que nadie. Está asentado en la categoría. Hace unos años, en 2012 con Miroslav Djukic o, quién sabe, si hace dos temporadas, con Joan Francesc Ferrer, ‘Rubi’, no hacerlo era perder una gran parte del potencial económico del equipo. No ascender era equipararse al resto de conjuntos. Había la posibilidad de un lastre. Ahora, es sólo un dolor ya hecho al equipo.
El problema económico que existe en el conjunto pucelano es saber que no ascender no aumenta sus posibilidades económicas y que la deuda no reduce como se busca y se necesita. Para el día a día, el tema económico no es un gran lastre. Es una pequeña puntualización que hace que los blanquivioleta no puedan firmar jugadores por iniciativa y que tengan que entrar en subasta con otros muchos conjuntos de la categoría.
Así, el proyecto pucelano son oportunidades. Son Ibán Salvador, Markel Etxeberria, Sergio Marcos… Nombres arriesgados y sin historial de éxitos que puedan otorgar un seguro al equipo blanquivioleta por la calidad que tienen y no por el rendimiento que han ofrecido. Con ellos y para la actualidad blanquivioleta es mucho más importante recuperar o adquirir una identidad que haga ser al Real Valladolid mucho más importante por el nombre y el proyecto que estar en Primera por imperativo legal. Para creer y crecer, la economía no es vital. Para ascender bajo cualquier concepto, sí. ¿Qué interesa? ¿A qué se puede aspirar?
Palabras llenas
Conociendo bien las dificultades pucelanas, el objetivo no debe ser ascender. La obligación no tiene que ser llegar al play-off de ascenso. Aquello que se le debe pedir al Real Valladolid en este 2017 es que se gane la confianza del entorno por un estabilidad, una creencia y una evolución. Que todos esos ingredientes dan para estar en promoción, perfecto. Si sólo dan para ser octavo clasificado, tocará mejorar pero sabiendo que hay una base, un estilo y una personalidad, aquellos detalles inexistentes en 2016, 2015, 2014 y tantos y tantos años en los que desde el Nuevo Estadio José Zorrilla no se ha desprendido identidad y sí palabras vacías.
Ahora, después de todo lo forjado por Paco Herrera, la renovación de Braulio Vázquez y el diseño de un proyecto consecuente y de oportunidades, toca ver que las palabras tengan tanto contenido como “largo plazo”, confianza y estabilidad. Con ellas habrá futuro. Desde ellas se podrá evolucionar, crecer e ilusionar. Muchos objetivos alcanzables para el año 2017.