La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

El interruptor

Errores del pasado y deseos para el nuevo año

La mirada del Real Valladolid es al futuro con el largo poso del pasado

El Real Valladolid vive el parón navideño en mitad de tabla con los objetivos poco definidos. La poca competitividad en partidos complicados y la escasa ambición que muestra el equipo son algunas de las características que definen la primera vuelta pucelana y que sumergen a la afición en un clima de desilusión bastante preocupante a estas alturas de curso. Con el play-off de ascenso en el horizonte, la realidad es que el auténtico objetivo del Real Valladolid durante todo el 2016 ha sido salir de las posiciones traseras de la clasificación y así, evitar el descenso a la categoría de bronce.

Los jugadores pucelanos celebran uno de los goles anotado al Club Deportivo Mirandés <em><strong>(RealValladolid.es)</strong></em>
Los jugadores pucelanos celebran uno de los goles anotado al Club Deportivo Mirandés (RealValladolid.es)

Herrera sigue experimentando
La figura del entrenador es el mejor reflejo de la confusa situación que existe en el Real Valladolid. De la indefinición del objetivo y del cansancio de los fieles, que aún siguen asistiendo al Nuevo Estadio José Zorrilla. La campaña institucional durante la pretemporada se basó en la figura de Paco Herrera. El míster levantaría a base de paciencia, trabajo y experiencia, pilares de su trayectoria, a la entidad blanquivioleta. El entorno confió en el proyecto, se creyó la propuesta. Quiere creer y sigue haciéndolo. Al menos por ahora.

Si se hace un análisis de lo sucedido en el terreno de juego, sólo del ámbito futbolístico, con independencia de todo lo que rodea al Real Valladolid, la cruda realidad es que el entrenador extremeño no ha dado con la tecla. Ha habido momentos en los que parecía estar a punto de encontrar la piedra filosofal o su santo grial, pero los precipitados bandazos que ha dado en sus alineaciones y formaciones han desestabilizado y confundido a una plantilla que parece no creer en él tanto como a principio de temporada.

En otras campañas la afición habría apuntado sin piedad en dirección al banquillo. Aun más con algunas decisiones muy de entrenador que se han tomado pero experiencias pasadas han convertido a Paco Herrera y al presente proyecto en la débil esperanza de una parroquia que ha visto como se han perdido el 40% de los partidos disputados durante el presente año.

Falta de agresividad y de ambición
Es evidente que el Pucela tiene muchos problemas. Unos días falla la profundidad porque se juntan centromcampistas del mismo perfil, otros el equilibrio al buscar soluciones al problema anterior, ya menos falla la defensa y otros, los más, porque la pólvora está mojada. ¡La famosa teoría de la manta corta! En cierta medida tiene solución. Decidir que taparse y potenciar esa fortaleza para no quedarse sin manta.

Lo cierto es que existe un denominador común en los partidos del Real Valladolid. Salvo contadas excepciones es su falta de agresividad en la presión. Tanto si se decide poblar el centro del campo como si se opta por potenciar la velocidad, el rival juega fácil. Los jugadores, en fase defensiva, ocupan posiciones, llegan un segundo tarde y en definitiva, no muerden al contrario. Como consecuencia el Pucela no roba en posiciones peligrosas, aspecto crucial en la categoría,  y necesita grandes jugadas para crear ocasiones de gol. El rival se siente cómodo.

Otro problema enorme es su nula capacidad a balón parado. En el fútbol actual la estrategia es fundamental. Vale títulos. El Real Valladolid sufre en defensa y es inofensivo en ataque. El problema radica en que no existe sensación de peligro. Los de Paco Herrera se han dejado buenos partidos por el camino por este factor y es que en esta competición el primer gol marca los partidos de igual forma que el juego combinativo no vale puntos.

Esperanzas de futuro
Así, el Real Valladolid no ha competido bien. Ha cometido errores impropios de un equipo de este nivel pero también ha mostrado aspectos positivos y buenos momentos de juego. Éstos, con algo más de continuidad, pueden ser el reflejo de un año  futuro más positivo. El centro del campo es potente. Fundamentalmente en el aspecto ofensivo. Combina bien y tiene una calidad que sobresale sobre el resto de equipos. La figura de Míchel Herrero, jugador más contrastado de la plantilla, unida a la de Joan Jordán son los puntos positivos de una línea que necesita que otros hombres llamados a marcar diferencias alcancen el nivel esperado.

La delantera tiene variantes pero quizás es la línea donde Paco Herrera más ha incidido en su falta de eficacia. Con dos jugadores tan verticales como Jose Arnáiz y Juan Villar, el Real Valladolid podía haber creado una delantera temible con la aportación de Jaime Mata en su puesto y con el talento de Raúl de Tomás. Éste último, con una pizca de confianza por parte del banquillo, podría romper en el Real Valladolid. Sin duda, una de las apariciones más positivas. Sus virtudes tienen que dejar de desaprovecharse. En último lugar se encuentra una defensa comandada por un Alberto Guitián que ha alcanzado el nivel que le convirtió en el primer fichaje.

Con todo ello la conclusión es que existen mimbres para ver a un Real Valladolid más potente durante la segunda mitad de la temporada pero la concentración que da una mayor agresividad y ambición y la estabilidad que proporciona la confianza del míster deben empezar a asentarse desde comienzos de 2017. El objetivo lo exige.

Periodista frustrado, que es apasionado del fútbol y del juego y que está en lucha contra los tópicos.