Getafe C.F. 3 – 1 Real Valladolid | La realidad pucelana en solo un partido
90 minutos de juego ante el Getafe de Pepe Bordalás en tierras madrileñas demuestran todo lo que puede mostrar el Pucela de juego pero las muchas dificultades que el equipo de Paco Herrera tiene para demostrar ese estilo y cualidades en el marcador. La escasa personalidad blanquivioleta y su poco convencimiento ante los primeros errores o escollos le llevan a cerrar el año 2016 en el ámbito liguero con una justa derrota, un nuevo golpe encima de la mesa que no se produce y que devuelve al Real Valladolid a la intrascendencia, aquélla que mejor ha definido al equipo vallisoletano en todo este año 2016.
¿Un Pucela dominador?
Los primeros 45 minutos terminaban y el resultado parecía insuficiente. El empate inicial con el que se llegaba al descanso era un premio mínimo para los intereses pucelanos. Los de Paco Herrera no conseguían hacer daño al Getafe. Es cierto que tenía la posesión pero ésta era débil. Eran superiores en el dominio del juego pero no en la creación de ocasiones. Una débil superioridad que hacía que se llegar al vestuario con un suspiro. El alivio de ver que el gol de Jorge Molina no subía al marcador por fuera de juego.
Es cierto que está bien anulado pero, también, es verdad que ésta fue la mejor ocasión blanquivioleta. La mejor del partido y la que no tuvo firma visitante. El centro del campo fue blanquivioleta, la sensación de peligro pucelana pero la mejor ocasión, la única que superó al meta rival, aunque fuera de forma ilegal, fue del equipo azulón.
Con todos estos ingredientes sorprende el análisis de Paco Herrera en la sala de prensa y la compra que éste tuvo por parte del entorno pucelano. El Pucela pudo ser dominador pero sin merecimiento para el gol o la victoria momentánea. La inestabilidad pucelana invitaba a pensar en la cruz del equipo ants del equipo pero como ésta no fue tan negativa, el pensamiento mostraría una idea irreal del partido e insuficiente para obtener premio del duelo.
La perfecta definición
Sin ser un Pucela de gran nivel, ésta primera versión en Getafe gustó y lo hizo por el cómputo global del juego. Como la segunda parte fue de tan pobre nivel, juego y resultado, el equipo parecía mostrar una mejor versión en el inicio pero, finalmente, analizando el duelo completo, los de Paco Herrera definieron con exactitud cómo ha sido el año 2016 en el Nuevo Estadio José Zorrilla.
Pese a buenos números defensivos, que se tengan ahora o que firmaran la pasada campaña Kepa Arrizabalaga, el Real Valladolid no ha mostrado en todo el 2016 seguridad defensiva. Ha sido un equipo endeble y que ofensivamente no aprovechaba las oportunidades que tiene. Posee un buen dominio del balón y lo trata bien pero todo queda ahí. No hay avance, un equilibrio ni una compensación. Quizás es ésta la mejor definición del Pucela, tanto en los últimos 12 meses como en el partido en Getafe. Descompensado. En nivel de juego, calidad en sus líneas, estados de ánimo y equilibrio en su fútbol y en el día a día.
Mazazo superable
Todos estos desniveles con los que ha convivido el Real Valladolid se expusieron a su máxima potencia tras el primer gol del Getafe. El tanto de Pau Anton deshacía al equipo de Paco Herrera. Un golpe que debe ser superable para un equipo ambicioso fue el fin. Se perdía en el césped. Carecía de fuerza, personalidad y dejaba la oportunidad de generar ocasiones al rival. Era un equipo roto. No dejaba buenos síntomas ni sensaciones, hecho que sí consiguió el conjunto madrileño.
El Pucela murió con el primer escollo que encontró pero el rival, no. El conjunto de Pepe Bordalás, más hecho y fiable que el blanquivioleta, supo atacar sus miedos y dudas tras el gol de Juan Villar. Es cierto que sólo tuvo que aprovechar un fallo rival pero también es cierto que ese movimiento y presencia de Jorge Molina para hacer el tercer gol es, ahora mismo, impensable para un jugador blanquivioleta.
El futbolista del Real Valladolid se mueve entre dudas y miedos. Un gol rival le deja coaccionado y no le permite ejercer una presión elevada y convincente como sí ejerció el experimentado delantero. Por ello, y pese al fallo blanquivioleta, el rival también mostró un perfil ilusionante y desaparecido en el mundo blanquivioleta porque, pese a los fallos de Igor Lichnovsky en el primer gol y André Leão en el tercero, el Getafe supo qué hacer y conseguirlo con fuerza, empeño y claridad. ¡Qué envidia! Y eso que lo firma Pepe Bordalás.