La derrota en Soria devuelve al equipo blanquivioleta a la tristeza del año pasado
Las dos derrotas consecutivas cosechadas por el Real Valladolid en las últimas salidas a Elche (2-0) y a Soria (2-1) han sido un varapalo enorme y, sobre todo, en una afición machacada durante las últimas temporadas y que tenía la esperanza de que la presente campaña fuese la temporada del despegue. Queda mucho y dos buenos resultados cambiarían la perspectiva pero ha sido la sensación que ha dejado el equipo la principal causa de la nueva depresión en la que está sumido, nuevamente, el entorno blanquivioleta.
Imposibilidad ante un golpe
Por pequeño que sea, cualquier contratiempo es definitivo en el Real Valladolid. Pasan jugadores y la dinámica se repite una y otra vez. Los de Paco Herrera venían encadenando muy buenas actuaciones, el estilo de juego se asentaba y los jugadores sabían a la perfección como ejecutar esa idea. O eso parecía. Un gol en el Elche nada más empezar el encuentro era suficiente para echar por tierra todo el trabajo realizado con anterioridad. En Córdoba Michel Herrero reaccionaba a un gol en apenas minutos. Esa jugada pudo retrasar malas sensaciones.
El problema no han sido las derrotas sino la sensación que deja el equipo. Todos estábamos de acuerdo en que aunque hubiera subido al marcador el gol en fuera de juego entre Rodri y Piovaccari en El Arcángel, el partido realizado había sido francamente bueno. Sin embargo, desde el descanso del partido disputado En Elche, el Real Valladolid ha perdido su esencia. La primera parte en el Martínez Valero fue espesa, complicada pero tuvo a un Real Valladolid reconocible, que empezaba la jugada desde atrás, que tenía superioridad en medio campo y que se frenaba cerca del área por la falta de desborde. Nunca es fácil remontar y con la igualdad que existe este año en la categoría aún menos pero se perdió la paciencia demasiado pronto y eso repercutió en la idea.
Paco Herrera, responsable
Antes de nada, para no crear dudas, no cuestiono en absoluto su continuidad porque considero al míster el hombre idóneo para formar el proyecto pero considero que el catalán es el principal causante de los problemas de juego que ha tenido el Real Valladolid en las dos derrotas. Continuando donde lo había dejado, las decisiones tomadas en ese descanso en Elche trasladan a los jugadores una sensación de catástrofe por perder por la mínima fuera de casa, aún dominando el juego. Impaciente, Herrera cambió a Joan Jordán, al eje, al jugador clave ante la primera adversidad y el equipo se cae. Balones largos, pases precipitados y ansiedad.
La confusión parece instalarse definitivamente en el vestuario ante la formación táctica que elige el técnico para el siguiente partido. Jaime Mata e Iban Salvador volvía al once para ocupar zonas exteriores, dejando a Michel Herrero como falsa referencia. De esa forma, se variaba el esquema de las buenas sensaciones, se perdía el medio el campo y se desaprovechaban las virtudes de los dos atacantes. Una derrota había bastado para cambiar lo que había funcionado muchas jornadas seguidas.
Falta de oficio
A lo largo de la temporada, si se hace balance, el Pucela no ha defendido ni ha atacado mal en ningún partido pero tiene errores de bulto, puntuales, individuales, por concentración o malas decisiones en momentos decisivos que tapan aspectos positivos. Para ejemplo la ocasión de Jaime Mata que hubiera puesto en bandeja la victoria en Los Pajaritos y el posterior despiste para dejar al Real Valladolid sin botín. Falta de oficio o de contundencia.
La eficacia es diferencial en una categoría tan cerrada e igualada como ésta y los blanquivioleta no dejan de regalar dentro de las dos áreas. No defiende mal porque apenas recibe tiros, Isaac Becerra sigue inédito y no ataca mal porque ha generado ocasiones. Pero acertar con la red cuesta horrores y cada llegada del rival hace diana. Los de Paco herrera no han sido capaces de ganar jugando buenos partidos y ha perdido cada vez que ha bajado un poco el nivel. Todo esto provoca que el club vallisoletano sea el equipo con más derrotas de la liga y se convierta en una montaña rusa de rachas positivas y negativas. La delantera es el origen de las dudas y la vuelta de Jose Arnáiz puede ser la clave para devolver la estabilidad al Real Valladolid.