Real Valladolid 2 – 0 Sevilla Atlético | Muestra de potencial e ilusión blanquivioleta
De un tiempo a esta parte parece que le viene bien todo al Real Valladolid. El equipo blanquivioleta, de igual forma que hace algo más de un mes sucumbía ante cualquier dificultad y debilidad, actualmente supera todo tipo de partidos y situaciones. Sabe dominar, sabe ser dominado en pequeñas fases del partido y, ante el Sevilla Atlético, un rival complejo que llegaba a Pucela como segundo clasificado y en una brillante racha de cuatro victorias consecutivas, conoció de primera mano la carrerilla imponente que ha adoptado el equipo de Paco Herrera. Los pucelanos parecen haber puesto velocidad de crucero para asaltar los diferentes objetivos que se marca un equipo en línea ascendente desde la victoria (2-0) ante la Agrupación Deportiva Alcorcón.

Evolución
El fútbol en la actualidad, aquél con calidad en el día a día y, sobre todo, en los entrenamientos, nunca es perfecto. Siempre puede mejorar. Se le debe exigir tal mejora. Este Real Valladolid lo está haciendo y está consiguiendo pulir detalles, dar sentido a la base marcada por Paco Herrera y evolucionar desde una idea férrea, segura pero que, como todos, debe mejorar con el paso de las semanas y la evolución que se le debe exigir a cualquier equipo.
Bajo esta evolución que se le nota al Real Valladolid en las últimas semanas, el equipo, por ejemplo, ha mejorado a nivel ofensivo por las bandas. Los laterales ya son jugadores ofensivos. El equipo, a su vez, consigue ser protagonista en el juego. Gane, pierda o empate, la propuesta pucelana es la líder del terreno de juego. Es así gracias a la mejora del famoso “rombo” del equipo. La “ilusionante base del esquema” lo está comenzando a ser ahora y, con ella, el Real Valladolid ante el Sevilla Atlético minimizó sus problemas en las áreas. Ahora es un equipo fuerte, consolidado y que parece haber cogido carrerilla en su juego. Es una inercia imponente que regala esperanzas a un entorno pucelano que se va ilusionando poco a poco.
El clima sobre el equipo es muy positivo. Lo es por la evolución del juego y la buena dinámica de resultados. Cuatro jornadas ligueras consecutivas sin perder regalaban un buen Real Valladolid en el duelo ante el segundo clasificado. La exigencia del rival más fuerte del momento obligaba al Pucela a ser un equipo fuerte, concienciado y sin fisuras. Tal cual se mostró en los 90 minutos de juego.
El beneficio del rebote
Durante el encuentro el Real Valladolid no fue un conjunto perfecto. Ni mucho menos. Ni lo es ni lo será. Eso sí, tuvo ratos de juego muy positivos. Un equipo competitivo, que genera grandes expectativas y que, como viene siendo determinante desde hace semanas, parece que todo lo que ocurre le sienta bien. Es dominador a grandes rasgos pero no sufre en exceso cuando el dominio es del rival.
Por ello los de Paco Herrera supieron hacer frente a los movimientos de calidad de un equipo joven, con fuerza, convenido y repleto de talento. Los hispalenses no aprovecharon sus oportunidades. El Real Valladolid no les dejó. En esa lucha de errores con la que José Luis Mendilibar, por ejemplo, define el fútbol, el Pucela estuvo perfecto. Un error era subsanado y el Pucela pudo atacar los detalles. Ese minúsculo movimiento que dejaba el balón suelto tras el disparo de Juan Villar fue favorable al Real Valladolid y el partido se rompía. Los rebotes no caen ni llegan. Los rebotes se atacan y el Pucela está en una situación positiva para obtener todos.
Un estilo con llegada
Tras ese gol de Juan Villar, el primero de esta temporada en el estadio José Zorrilla, el Real Valladolid supo mantener las líneas ordenadas y entender bien el partido. Con una buena lectura el equipo demostró para qué está hecho la disposición del equipo: la llegada desde el centro del campo. La superioridad que impone Paco Herrera con ese “rombo” no existe sólo para dominar el balón sino, también, para generar llegada al área. El equipo debe ser fuerte en la sorpresa y esa línea de cuatro centrocampistas debe sumar goles y ocasiones.
Así llegaba la sentencia. Sin goles ligueros aún de Alex López ni Míchel Herrero, Joan Jordán se estrenaba con el prototipo del gol que busca este Real Valladolid de su segunda línea. Un equipo protagonista debe buscar mucha finalización y este Pucela no lo hace tanto como debería. El tanto del ‘19’ blanquivioleta puede y debe marcar un punto de inflexión. Los golpeos lejanos son la base para confirmar la carrerilla adoptada por un Real Valladolid férreo, seguro y convincente.