Real Valladolid 0 – 0 Real Zaragoza | Injusto empate ante un gran Ratón
Tras una mala dinámica, como la que tuvo el Real Valladolid en el mes de septiembre, el cambio de mentalidad que dio el equipo tras ganar (2-0) al Alcorcón y (1-2) en Tarragona genera que, actualmente, todo le siente bien al equipo de Paco Herrera. A este nuevo Pucela, pese a no ganar al Real Zaragoza, le cambia la cara el empate ante el equipo de Luis Milla. Por cómo se produjo la igualada, el Pucela está mucho más cerca de acumular victorias que seguir sumando de punto en punto. En la realidad blanquivioleta, partidos como el disputado ante los maños fortalece el crecimiento y el asentamiento de muchas de sus ideas.
Dominio total
Sin miedos, sin carencias, sin fantasmas y sin ataduras. El Real Valladolid se expresaba ante el Real Zaragoza como un equipo extremadamente ambicioso y con la personalidad adquirida para ser el protagonista del partido. Por dominio del balón, de las fases y tiempos del partido, de la creación de ocasiones y de la seguridad defensiva, el Pucela fue mejor que el rival y se mostraba como un conjunto de futuro para la categoría. Ser atrevido, no tener miedo y mostrar personalidad son rasgos vitales para la llamada ‘Liga 1|2|3’ y el Real Zaragoza se marchó de Zorrilla conociendo cómo es y cómo está el Pucela y lo bien que le empieza a sentar todo lo que ocurre en el césped.
Los de Paco Herrera están en una fase en la que se adaptan a la perfección a lo que ocurre y, sobre todo, a lo que ellos mismo generan sobre el terreno de juego. Están en un momento en la que saben dominar pero, también, ser dominados. Es cierto que el Real Zaragoza de Zorrilla era un equipo débil y sin fuerza pero el tramo de dominio maño, los pucelanos supieron hacerle frente. No se vieron superados y mostraron una versión fuerte y confiada. Entre la salida de André Leão y la aclimatación al juego de Luismi Sánchez, los maños fueron mejores pero sin obligar a trabajar a Isaac Becerra. Buen síntoma.
Con este último ejemplo y también en los últimos duelos se nota un equipo hecho, con un alto grado de confianza y que sabe asimilar todo lo que depara un partido. No se le ve superado. Se le nota contrastado. Es lógico, el grupo no se rompió ante una racha que invitaba a ello y, ahora, todo da sus frutos. Si en el duelo en Tarragona se demostraba lo importante que fue no perder la compostura, ante el Real Zaragoza se veía el potencial de un equipo formado, consciente de sus cualidades y que crece jornada a jornada. Ahora competir vuelve a ser bueno y no contraproducente para un grupo en clara línea ascendente.
Paciencia ante el gol
El periodismo de redes sociales, es decir, aquél que lleva a que cualquier opinión bajo una marca o sello sea calificada como periodismo está llevando en la actualidad a sacar grandes conclusiones de un único partido. Si se juega bien, “el equipo demuestra potencial”. Si no se gana, “desastre total”. Si se fallan ocasiones, “no hay gol”. Si se encaja con cierta facilidad, “no hay trabajo”. Son muchas las sentencias globales e individuales pero el Real Valladolid debe ser superior a ellas ante la cantidad de ocasiones marradas en este empate.
A estas alturas, y tras un partido sin anotar tras cuatro consecutivos haciéndolo, lo importante no son los goles sino las ocasiones generadas y la variedad de éstas. Por fuera, por dentro, con juego directo o elaborado. El Real Valladolid creó miedo ante la portería de Ratón de múltiples ocasiones. Éste estuvo acertado y solventó todo el trabajo. El premio debe ser para él. El elogio para aquel que desde el minuto tres, cuando Luciano Balbi se estrelló contra el palo, y hasta el 92, cuando Luismi Sánchez pudo cazar un balón en el área, lo intentó.
Buena dirección
Sabiendo afrontar el partido, conociendo la lectura que se debía hacer de él y afrontándolo con fuerza, ocasiones y buen juego, el Real Valladolid ha tomado la dirección correcta, la esperada y, sobre todo, la soñada. Aunque es cierto que lo que se sueña siempre tiene una perfección muy alejada de la mejor realidad, el Pucela no se debe resignar y debe confirmar la mejora que no se ha confirmado en resultados pero sí en objetivos de juego. Se puede y se debe mejorar mucho. La dirección está tomada. El camino hay que seguirlo. Sólo queda adecuarla y atacarla con la seriedad y la ambición de estas últimas semanas.