Pedir lo que quiere o enseñar lo que busca. Dilemas del entrenador profesional
La profesión de entrenador profesional de fútbol es muy complicada, muy exigente y muy poco gratificante. Son muy pocos aquellos que pueden ‘enseñar’ a sus jugadores. El fútbol de élite, que exige ser exjugador para poder ser respetado en cualquier otro ámbito, no deja que los jugadores sean enseñados. Tal es el impedimento que a éstos sólo se les puede pedir sobre su estilo y condiciones. Pese a que la base y la formación no siempre han sido las correctas en los inicios de todos los futbolistas, su distancia con los entrenadores dificulta una reciprocidad en el necesario y vital crecimiento del día a día.
Por Johan Cruyff
Este pasado fin de semana mientras regresaba de viaje tras pasar dos días de descanso en una pequeña localidad de Soria escuchaba la COPE. La cobertura de las carreteras sólo dejaba escuchar tal dial y regresé, años después, al recuerdo fugaz que tuve con la voz de Paco González y compañía hace más de una década. Escuchando al periodista asturiano, éste analizó la publicación de la biografía póstuma de Johan Cruyff. La narración, con la intervención de un amigo del propio exjugador, me vino a la cabeza al escuchar la rueda de prensa de Paco Herrera tras ganar (3-1) al Club Deportivo Tenerife en Copa del Rey este pasado miércoles.
Recuerdo que Paco González narró uno de los capítulos del libro sobre el holandés en el que explicaba cómo le ensañaba a sus jugadores a colocar los brazos para ejecutar un buen golpeo de balón. En la reflexión estaba la cuestión determinante. “Lo que narra Cruyff ahora mismo es impensable”, decía antes de apostillar que “sólo Zinedine Zidane o Pep Guardiola podrían hacerlo actualmente”.
El respeto que generan ambos por haber sido el jugador que fueron les crea un nombre que, posiblemente, ningún otro entrenador tenga en el panorama actual. Con este fundamento, tras escuchar el análisis que hacía Paco Herrera de las cualidades de Dejan Drazic y de las mejoras que éste tiene que hacer para ser, entre otros asuntos, titular en el Pucela, me hice una pregunta que nunca me había planteado pero que me lleva dando vueltas a la cabeza desde entonces. ¿Para qué está un entrenador profesional sobre un jugador? ¿Está para enseñar o su obligación principal es pedir a los jugadores desde los conocimientos y cualidades que tenga cada uno de éstos?
Gestor de grupos
Esta cuestión me llevó, inmediatamente, al término de “gestor de grupos”, aquél que triunfa hoy en día en el mundo del fútbol. Es cierto que los jugadores quieren un líder pero, también, es verdad que éstos entienden actualmente por “líder” a aquél que asume los errores del equipo como propios liberando de toda presión al vestuario. El rasgo principal que se demanda actualmente es que ese líder no tiene que ser un perfil de entrenador exigente sino más bien condescendiente.
Siendo tolerante y muy transigente, antes que formativo, un entrenador tiene mucho que ganar. Recuerdo como el año pasado Cristiano Ronaldo, entre risas, se mofaba en una entrevista de Rafa Benítez después de que el ex entrenador blanquivioleta intentara “enseñarle a tirar faltas” durante un entrenamiento. Con este ejemplo se demuestra que a un jugador profesional no hay que enseñarle. No lo aceptará. Él está por encima. A un futbolista hay que cuidarlo a nivel mental y trabajarlo en el aspecto físico. Tácticamente se deberán minimizar sus errores y técnicamente se deberá aprovechar todo lo que tenga. En potenciar sus cualidades y no en explorar las desconocidas está el éxito de un jugador profesional en su relación con el cuerpo técnico que le ‘dirige’.
El ejemplo de Dejan Drazic
Por ello, actualmente, y después de lo analizado y escuchado en los últimas días, Paco Herrera debe cuidar el talento de Dejan Drazic, un caso muy similar al de Haris Medunjanin cuando llegó a Valladolid en 2008. El serbio tiene un potencial altísimo pero una carencia total en el control de sus sensaciones sobre el césped. Sin estabilidad sobre el el directo, no crece y se queda cortado ante sus grandes opciones de juego. Debe madurar.
Drazic es cómo es. En el aspecto positivo y en el negativo. También es así en el tema técnico y táctico. Su evolución o cambio es mínimo. No variará en exceso y no mejorará en grandes condiciones. Tampoco empeorará sobre el césped ni con el balón. Cambiará muy poco. En los detalles estará el cambio ya que el trabajo con el ‘23’ blanquivioleta es más mental que de otro tipo. Paco Herrera debe hacerle ver cómo tiene que trabajar y gestionar sus fallos y aciertos sobre el terreno de juego. No es poco pero cuenta con la base de un gran futbolista, un jugador que sonríe sobre el campo tras actuaciones como la del miércoles en Copa del Rey. La obligación de un entrenador es que esas sonrisas no se conviertan en un problema, como fue el caso de Haris Medunjanin.