La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

El interruptor

El Real Valladolid vive ya en una situación límite

Sin espíritu ganador, para el actual Real Valladolid el problema no es perder

Las cinco derrotas consecutivas que ha firmado el Real Valladolid son el menor de sus problemas. Actualmente, la escuadra blanquivioleta se encuentra en una fase de indefinición demasiado preocupante. Sin un estilo de juego definido, sin un objetivo claro y con una creciente sensación de indiferencia en el ambiente, la situación para los jugadores de Paco Herrera es límite y obliga a una reacción inmediata.

Los jugadores del Real Valladolid tras recibir el primer gol en la derrota ante la Sociedad Deportiva Huesca <em><strong>(RealValladolid.es)</strong></em>
Los jugadores del Real Valladolid tras recibir el primer gol en la derrota ante la Sociedad Deportiva Huesca (RealValladolid.es)

Un equipo con cara de derrota
Hace pocas semanas escuchaba a Víctor Fernandez hablar sobre la histórica temporada de José Luis Mendilibar. De su relato se me quedó grabada una frase. El histórico ’21’ afirmaba que por una extraña razón estaban en el campo y sabían que acabarían ganando el partido. El carácter ganador es el factor diferencial en el mundo del deporte y la dinámica actual del Pucela muestra todo lo contrario. Los de Paco Herrera, posiblemente, no hayan merecido perder cinco partidos de forma consecutiva pero los jugadores tenían cara de derrota. Los aficionados notaban en el ambiente la sensación contraria a la relatada por el histórico delantero.

Pero no es la plantilla actual la que carece de ese espíritu ganador. Es la entidad. Es el Real Valladolid Club de Fútbol el que vive durante los últimos años en esa espiral en la que todo lo que puede salir mal, sale mal, y en la que fracasan jugadores válidos y contrastados, aquéllos mismos que salen del club y parecen futbolistas distintos.

Ansiedad por la necesidad
Antes de empezar la temporada había unanimidad sobre la necesidad de empezar bien la liga para crecer en un clima sosegado. Sin embargo, los buenos resultados de las tres primeras jornadas marcaron una exigencia demasiado alta para una plantilla que todavía no ha sido capaz de levantarse del primer varapalo. En ese clima derrotista y con esa sensación de debilidad, la ansiedad que empieza a generarse por la necesidad de puntos agarrota al equipo en los momentos decisivos y provoca que todos los detalles caigan del lado rival.

Paco Herrera clama por un cambio de inflexión. El experimentado entrenador sabe que éste puede llegar cuando uno menos se lo espere. Habla de que «el equipo explotará» pero que «no sabe cuándo» lo hará. No obstante, el tiempo se agota y el club necesita empezar a sumar porque el discurso de Paco Herrera se tambalea.

La honestidad y la claridad del discurso del míster catalán desde que llegó a orillas del Pisuerga calaron en todo el entorno. Precisamente, la confianza en el entrenador y la paciencia del entorno ante la situación actual, se han generado por la convicción que se desprendía de sus palabras. La decepción contínua en la que vive la parroquia pucelana necesitaba de un verdadero proyecto y Herrera era el hombre y es por ello que su rueda de prensa en el Ciutat de Valencia desprende muchas dudas.

El entrenador no estaba convencido como en otras ocasiones y era el primero en tirar la toalla, aunque fuera por unos segundos. Pese a que tardaría unas pocas horas en salir a la palestra en una tertulia en la Cadena SER para volver a promulgar que cree en su vestuario y en afirmar que confía en sacar al equipo hacia delante, el discurso ya estaba debilitado y variado. De la convicción inicial a la interpretación de un papel ante las adversas circunstancias. Aún así, Carlos Suárez debe demostrar que la intención de formar un proyecto es real. Herrera era y debe seguir siendo el encargado de construir las bases del nuevo Real Valladolid. Ahora bien, el primer convencido debe ser él mismo, dejando a un lado los presupuestos, la juventud y la masiva llegada de jugadores nuevos.

La fijación de un estilo
Durante la pretemporada, Paco Herrera no se cansó de afirmar que armaría un equipo de medios, donde la posesión y el dominio del balón serían la base. Dentro de las posibilidades de la entidad se hizo un equipo a medida del entrenador y se pobló esa zona del campo. Las lesión de Joan Jordán, la sanción de Sergio Marcos y la tardía llegada de Míchel Herrero impidieron ver en las primeras jornadas la idea del míster. Ante la adversidad, el míster decidió tapar huecos y apostar por el orden defensivo, el trabajo y la solidaridad del equipo. Los resultados llegaron, los jugadores se sintieron cómodos en ese papel y la plantilla confundió mensajes.

Decía Sampaoli en las Supercopas de finales de verano que si el equipo ganaba sin seguir la filosofía que él quería implantar podría confundirse y ser a largo plazo perjudicial para el devenir de la temporada. Situación absolutamente trasladable al José Zorrilla. El Real Valladolid debe ser un equipo reconocible y Paco Herrera debe decididr definitivamente si quiere un equipo de medios o uno de transiciones en función del estado de forma de sus jugadores. Éste podría ser su primer éxito y el inicio de la resurrección.

Periodista frustrado, que es apasionado del fútbol y del juego y que está en lucha contra los tópicos.