Tras cuatro derrotas consecutivas, el ambiente blanquivioleta, sorprendentemente, no está marcado por nerviosismo y crispación. La presencia de Paco Herrera, vital
• ¿Cómo sería la situación del Real Valladolid si Paco Herrera no fuese el líder del proyecto? El catalán ha caído en gracia en el entorno pucelano y la crispación que sería lógica es, actualmente, confianza y tranquilidad •
No es necesario mirar mucho en la historia del Real Valladolid. No es obligatorio hacer un estudio muy prolongado de los inicios de temporada del equipo blanquivioleta y del estado de nervios que se han llegado con ellos. Es cuestión de mirar al banquillo y vislumbrar el nombre del entrenador y recordar el estatus que el entorno vallisoletano tuvo con él. Gaizka Garitano o Juan Ignacio Martínez no entraron en gracia en Pucela. Por tanto, cada resultado era un fracaso y la paciencia no existía en el diccionario de la temporada. Ahora, todo es diferente. Pese al mal arranque global del equipo y la pésima racha del equipo, nadie ha perdido los papeles. La presencia de Paco Herrera genera estabilidad y evita el planteamiento de cualquier decisión drástica.
Con él. Por él
Nadie lo duda. Paco Herrera es bueno. Es un gran entrenador y es, posiblemente, en mejor candidato posible para hacerse cargo de este Pucela. El catalán es un activo casi seguro para un conjunto que necesita tranquilidad, paciencia, poso y trabajo constante para sacar a relucir todo el potencial que tiene. El club y su entorno saben que el míster es parte importante del futuro y menos mal que así lo entienden porque si no fuera el míster pucelano…
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… el pasado sábado el estadio José Zorrilla no hubiera mostrado indiferencia, pena, tristeza o angustia. Hubiera mostrado rabia, enfado y crispación. Tras perder (1-2) ante la Sociedad Deportiva Huesca la grada le hubiera exigido a su equipo y a su entrenador. Gracias a la presencia del ex de la Unión Deportiva Las Palmas nada ocurrió y la derrota fue encajada como la claudicación de un equipo que no pudo hacer más. En otras circunstancias, los silbidos hubieran sido el acompañamiento tras una serie de elevadas críticas a equipo. Un problema menos.
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… en el entornono se hablaría de trabajo. Se hablaría de resultados. Ésta es la demostración de confianza más alta que puede encontrar un entrenador. La lectura es que si sus éxitos no llegan no es por falta de interés y ambición. La suerte es esquiva y los resultados son casualidades de unos detalles que no salen de cara al equipo blanquivioleta. Hace un año, con dos puntos más, el culpable tenía nombres y apellidos, aunque el tiempo dijo que no era el único. Un gran alivio.
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… no se miraría al futuro. Se miraría a la clasificación. Sin él la realidad mandaría. Todos se resumiría en lo que marca la clasificación. El alimento real de la temporada. Por mucho trabajo, futuro o margen de mejora del equipo, si éste no gana, el Pucela está sentenciado. La exigencia es total sobre el proyecto blanquivioleta y nada puede permitir que éste coquetee con el descenso a Segunda división. Pese a estar sólo un punto sobre el descenso, Paco Herrera está consiguiendo que se mire al futuro y no a la clasificación. Un enorme éxito.
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… el entorno no tendría confianza. Tendría nervios y miedo. La realidad es que tras siete puntos de 21 posibles, es decir tras un tercio de lo disputado, el entorno estaría crispado y criticando todos los activos del club. Por suerte, actualmente, no. Se espera un nuevo partido o, quién sabe, si quizás dos o tres. No se quiere hacer un ejercicio de crítica elevado. Se quiere esperar. En otra ocasión no sería así. Los mismos argumentos de la actualidad son válidos para el pasado, cuando nada parecía valer y la exigencia era total. Una muestra de madurez.
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… no se dejaría al entrenador a un lado. Sería el centro de las críticas. Hace un año, Gaizka Garitano estuvo en el centro de la diana desde la derrota en Córdoba. Juan Ignacio Martínez, hace sólo unas temporadas, fue señalado tras una derrota en el tramo final en El Madrigal. Cualquier resultado generaba dudas. En esta ocasión, no. Se confía en él como en nadie. No es el problema. Es la solución y, posiblemente, la única que pueda existir. Un premio para él.
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… los arbitrajes no serían una justificación. Serían una excusa. Tras las cuatro derrotas se habla mucho del mal arbitraje que ha recibido el Pucela, un resultado muy similar al de la pasada temporada. Ahora se ve desde otro punto de vista. Son reales y necesarias las críticas. Hace un año eran una excusa para tapar el mal momento futbolístico, la mala aclimatación del equipo y el mal ambiente del conjunto. Todo ha cambiado. El árbitro ahora sí es parte del juego. Una dosis de realidad.
¿Triste realidad?
Si Paco Herrera no fuese el entrenador blanquivioleta… el Real Valladolid viviría en una crispación absoluta. Por ello es positiva la situación pucelana. Pese al mal momento del equipo, el entorno está sabiendo responder y no pierde los nervios. Vive con tranquilidad y espera un resultado que muestre el trabajo realizado y la calidad del vestuario. Hasta ese momento, Paco Herrera es la justificación y no el problema.
Bendita aura tiene el técnico catalán o triste realidad ya que la otra vertiente pucelana lleva a pensar que el club y el entorno han perdido la ambición y ya no ven al Pucela como un equipo fuerte sino como un club de Segunda división sin apenas trascendencia. Miedo da el simple hecho de pensar que sea así.