Real Valladolid 1 – 2 S.D. Huesca | Pérdida de objetivos y obligaciones
El miedo llegó hace unas semanas, justo tras perder (0-1) ante el UCAM de Murcia pero ya se ha instalado en el estadio José Zorrilla. Los de Paco Herrera, con su cuarta derrota consecutiva, aumentan las dudas sembradas en las últimas semanas. El Pucela está lleno de miedos y cuestiones que necesitan de una rápida respuesta. El objetivo lo exige y las obligaciones así lo piden. No se puede fallar más, no por perder la estela de la zona alta sino por perder todo el trabajo hecho y los avances conseguidos desde la pasada pretemporada.
Tiempo de dudas y preguntas
Siempre se ha dicho que en el fútbol “mandan los resultados”. Por lo tanto, perder te obliga a hacer cambios. Del estilo que sean pero seguir por el mismo camino no asegura nada. Más bien todo lo contrario. Así, si pierdes cuatro partidos seguidos y no cambia nada muestras incapacidad de respuesta y simpleza de movimientos.
Una de las mejores frases que he escuchado dice que “quién no conoce sus errores está condenado a repetirlos”. Por ello, las dudas son lógicas y las preguntas obligadas. Perder cuatro encuentros, un hecho que en Segunda división no ocurría desde hace 10 años, como se podía leer esta semana en ElDesmarque Valladolid, obliga a la reflexión. Tal resultado no se firma por “mala suerte” o “falta de puntería”. No sumar nada de 12 puntos posibles es sinónimo de una grave carencia de fútbol, ambición, respuesta y personalidad y ante la Sociedad Deportiva Huesca todas hicieron acto de presencia en Zorrilla.
Perder como se perdió es una muestra de poco fútbol, de una nula adaptación al partido y de una carencia de personalidad peligrosa. El Pucela no supo, como Paco Herrera reconoció, gestionar la renta. Conseguido lo más difícil, el equipo fracasaría por una falta de lectura del encuentro. Falta fútbol, trabajo y gestión de las emociones. Los motores del fútbol no se citan siempre en Pucela y así las cuatro derrotas consecutivas tienen un por qué.
Tiempo de miedos
No hay motores sobre los que trabajar en el Real Valladolid pero tampoco gasolina para hacerlos funcionar. Perder, perder, perder y perder genera inestabilidad y miedo en el equipo. Con cuatro derrotas consecutivas no se busca el próximo partido. Aquel dicho de que tras perder siempre se espera al siguiente duelo para curar heridas y arreglar errores no sucede en estas circunstancias.
Ahora el Real Valladolid es un equipo nervioso, bloqueado y sin soluciones. En definitiva, Paco Herrera y sus jugadores son un grupo miedoso. No hay confianza y sí recelo ante un fallo. Javi Moyano afirmaba que al equipo le lastran mucho los errores. El miedo a fallar es palpable en el equipo y así, el equipo vive tembloroso las horas que transcurren hasta el siguiente partido.
Tiempo de soluciones
Por mucho que digan que no, contar las horas hasta la visita del Real Valladolid al Ciutat de Valencia generará nervios y mareos en todos los jugadores del equipo y en los integrantes del cuerpo técnico. Saben que se la juegan y las piernas tiemblan ante la llegada de un partido que es definitivo y definitorio para los intereses pucelanos. Ante un encuentro que puede marcar el futuro del proyecto y de muchos de sus protagonistas, el Real Valladolid debe cambiar. Debe variar algunos de sus movimientos. Con tantas dudas, peligros, interrogantes y cuestiones es tiempo de soluciones.
Paco Herrera debe arriesgar. Si no lo hace no gana. Paco Herrera debe cambiar. Siguiendo igual no cambiará nada. Paco Herrera debe utilizar su pizarra. Paco Herrera debe convencerse y convencer al equipo de cambios. Soluciones que muestran que lo dispuesto no es válido o que no es suficiente. Esas alternativas y variantes que se vislumbraban en la pretemporada deben empezar a salir.
Por el camino ante la Sociedad Deportiva Huesca, nada cambiará y los pucelanos firmarán su quinta derrota consecutiva y, por lo tanto, su entrada en la zona de descenso. El peligro ya será irremediable. Por el momento no es así. Por ello se piden soluciones. No castigos ni sanciones.