XLIII Trofeo Ciudad de Valladolid | Real Valladolid 1 * – 1 Deportivo Alavés
La victoria, en la tanda de penaltis, del Real Valladolid en el Trofeo Ciudad de Valladolid demuestra el estilo de juego de un equipo bien ordenado en defensa pero con detalles que pulir en ataque. Las líneas pucelanas, en el duelo ante el equipo de Pellegrino, no se movieron con la solvencia y brillantez esperadas y el equipo perdió esa frescura que se espera de un ataque formado por jugadores de la actividad de Ibán Salvador. A falta de una semana para el debut liguero, el Pucela gusta. Promete pero le faltan y sobran detalles en ataque para terminar de convencer en su propuesta, una idea brillante y evolucionada que en su debut en Zorrilla mostró detalles que pulir para ser redonda y no sólo en jugadores, como mencionaba Paco Herrera en la rueda de prensa posterior.
[quote style=»3″] No encontrábamos la forma de enlazar y cuando llegábamos era de una forma atropellada.
Paco Herrera en la rueda de prensa posterior al partido ante el Alavés en el XLIII Trofeo Ciudad de Valladolid [/quote]
Todos deben mejorar
“Éste no es el Manchester City que quiere Pep Guardiola. Y él lo sabe”. Éstas fueron las palabras de análisis de Julio Maldonado sobre el rendimiento del equipo inglés ante el debut del entrenador en su gran proyecto, uno de los más llamativos, ilusionantes y caros del momento. Si su debut no fue el esperado ya que quedó demostrado que aún tiene mucho que mejorar, qué no tendrá que hacer, pulir y detallar un equipo como el Real Valladolid.
En el estreno ante su afición, el diseño de Paco Herrera gustó, ciertamente, pero dejó detalles que pulir. Movimientos ofensivos y detalles tácticos en campo contrario que deben mejorar para el debut liguero ante el Real Oviedo. El equipo ha tenido una buena evolución. Realiza una buena presión, tiene un estilo marcado y es muy consciente en la salida de balón. Posee variantes a la hora de crear. Con perfiles muy diferenciados en el eje de la defensa, el Pucela domina la faceta de crear pero no la de enganchar. El Real Valladolid no unía sus líneas ante el Deportivo Alavés para ocupar todo el terreno de juego. Un equipo largo de dimensiones que se convierte en previsible ante las grandes distancias que deben cubrir sin balón y en el repliegue.
Automatismos
Como entrenador pero, sobre todo, como amante y enfermo de la metodología y la táctica que me considero, me encanta trabajar en las sesiones de entrenamiento los automatismos de un equipo. Desde el primer día, éste tiene que saber qué hacer en ataque y en defensa. “Menos zapatillas de deporte para entrenar y más balón consciente”, es lo que pienso de la pretemporada. No me importa que un jugador llegue físicamente a 12 ó 15 balones sino que sepa qué hacer con ocho, por ejemplo. Es obvio que es necesario el trabajo físico en una pretemporada pero éste debe ejecutarse de forma que en el primer partido de pretemporada el equipo sepa qué hacer.
Con esta idea, me cautivaba del Real Valladolid cómo tenía asimilada la salida de balón. Brillante. Impresionante. Los detalles en la asimilación de la defensa para saber qué hacer con el balón en la zona de creación eran dignos de un equipo ya hecho, un proyecto que vive su segundo o tercer año con el mismo entrenador y que ya trabaja por repetición. Como no es el caso del Pucela, este equipo ha entendido los movimientos dispuestos por el cuerpo técnico, aquéllos creados ante el conocimiento del perfil de los jugadores.
Ante el Deportivo Alavés, el dominio del balón de Rafa López y la suficiencia con la que Igor Lichnovsky trataba las diagonales y el juego directo ayudaba a un Pucela con muchos detalles por crear. No mejorar, crear. André Leão ayudaba en una salida de balón elaborada pero tras esa incorporación, sólo los detalles técnicos individuales de Alex López arrojaban algo de luz a un Pucela que no apretó el área del equipo vitoriano con grandes ocasiones. Pese a la mejora de la segunda parte, sólo una jugada a balón parado devolvía la igualada rota por Gaizka Toquero.
El miedo de los “casi”
En campo propio, el Pucela se mostraba solvente. No tenía problemas. No arrojaba dudas. Eso sí, a la hora de llegar al área de Pacheco sufría tanto en ideas como en movimientos. Paco Herrera hablaba de un “atropello” en el juego que no es que mejorara con el paso de los minutos, sino que fue minimizado. El problema en las pretemporadas no está tanto en ver los errores y aciertos de uno mismo sino en analizarlos sobre el rival. Éstos también cambian y lo hacen ante diferentes circunstancias de la preparación.
Pese a estar ante un equipo más débil o más fuerte, nunca se sabe, el Pucela no mejoraba en exceso con el paso de los minutos. La entrada de José Arnáiz al campo animaba los últimos metros pero los alocaba aún más de lo que ya lo hacía Ibán Salvador. El canterano, con buenos detalles de juego, mostraba el buen proyecto de jugador que es pero el problema que tiene ante el abuso de la conducción. Con él, un Ibán Salvador de grandes detalles técnicos pero con demasiada brega y lucha en zonas innecesarias para su juego. Fuera de la zona de ejecución, el catalán se diluye con un azucarillo.
Su peligro es nulo, igual que el de Jaime Mata en la banda. Fuera del área o del trabajo de sombra central, el ex del Girona no intimida y no tiene opciones de generar ni de ayudar. El mayor problema del partido ante el Deportivo Alavés se mostraba a nivel ofensivo, aquel que marca el dinero. El Real Valladolid puede contar con Juan Villar. El máximo goleador de la pasada temporada parece que no se marchará. La dificultad es que el onubense, como muchos de sus compañeros de ataque, por no decir todos, estuvieron marcados por el casi. Casi marcan, casi deciden, casi elaboran, casi generan… Casi, casi y casi.
En definitiva, un problema de automatismos y confianza que delata a un equipo en construcción ofensiva pero en consagración en campo propio. Sin movimientos ofensivos definidos llega el egoísmo y la ansiedad en ataque y ésta mataba al Real Valladolid en la presentación ante su gente. Ese desnivel entre una zona y otra puede costar caro porque conforme se avanzaba sobre el campo, el grupo pasaba de la confianza al miedo, de la satisfacción a las dudas y de la superioridad a la inferioridad. Dos Pucela a una semana de debutar en Liga.