La marcha de Toni Villa a la Cultural y Deportiva Leonesa ha vuelto a levantar las dudas sobre el proyecto de cantera del Real Valladolid. Sin contar con uno de los mayores talentos jóvenes de los Campos Anexos el club queda en duda para muchos sectores del entorno. Ahora, el cuestionado es Paco Herrera, algo que le pone en común con sus tres antecesores en el puesto. Ni Juan Ignacio Martínez, ni Rubi ni Gaizka Garitano, ni los que sucedieron al vasco la temporada pasada, hicieron una apuesta fuerte en diversos jugadores del Promesas. Justa o injustamente, la crítica no siempre debe ir enfocada al punto más alto sino también al más bajo o a la necesidad de la reconstrucción que se viene haciendo en los últimos años y la necesidad de una evolución consensuada.
Desde Twitter
Lo juro, lo he estado buscando pero no lo encuentro y no sé de quién fue el tweet que me ‘inspiró’, por llamarlo de alguna forma, para redactar este artículo. Tras la marcha del extremo murciano leí una reflexión tuitera que aseguraba que «nada ha cambiado en el Real Valladolid». Supuestamente, el problema y el menosprecio a la cantera siguen existiendo pese a la llegada de Paco Herrera y la supuesta apuesta que el catalán suele hacer por jugadores jóvenes y de la casa. Toni ha sido el primer problema y debate en este nuevo proyecto. Una «Promesa» crea una división. Nada nuevo. Lo de todos los años.
No seré yo el que critique el nivel de la cantera del Real Valladolid. Como muchos, no tengo los suficientes datos para afirmarlo con solvencia pero sí que algunos puntos me llevan a pensar que éste no es idóneo o que la formación profesional de los jugadores está en camino tras el último cambio de estilo. El hecho de que los últimos cuatro entrenadores del primer equipo del Pucela no hayan hecho una apuesta en el momento en el que este término cobra más fuerza ofrece muchas dudas.
Apostar por José Arnáiz como lo hizo Alberto López la pasada temporada es fácil. Poner en el once titular a Carlos Lázaro como lo hizo Onésimo Sánchez no es complicado. Cortinas de humo que buscan cambiar el foco ante los problemas del primer equipo. Lo verdaderamente complicado o lo que provoca que un jugador tenga talento es apostar y arriesgar por él desde el primer momento. Algo similar a lo que hizo José Luis Mendilibar en 2006 con Asier Arranz. El actual jugador del Club Deportivo Palencia fue titular en el debut en El Molinón. La apuesta se prolongó durante varias semanas, tiempo en el que José Luis Capdevila le ganó la posición. La pelea fue constante en la temporada ya que el jugador tuvo la oportunidad inicial y ésta se prolongó por sus méritos.
Sin apuestas
En los últimos años este tipo de apuestas no han existido. Dejando a un lado a Miroslav Djukic, que en sus primeros meses de pucelano colocó a Tekio como lateral derecho ante la falta de un sustituto mínimamente competente de Antonio Barragán, nadie ha apostado por un jugador de abajo. La diferencia de perfiles entre el serbio, Juan Ignacio Martínez, Joan Francesc Ferrer, ‘Rubi’, Gaizka Garitano y Paco Herrera es tan elevado como similar su mirada hacia el campo de césped artificial de los Campos Anexos.
Oportunidades no han faltado. Jugadores no han dejado de subir pero tan pronto como lo han hecho, han vuelto a caer. Lolo Pla, Rubén Peña, Quique González, Jorge Pesca, Jorge Hernández, Anuar Tuhami y el propio Toni Villa son algunos pocos ejemplos de la realidad que vive el equipo blanquivioleta. Muchos llaman la puerta pero pocos consiguen pasarla. Con el perfil de los entrenadores y los diferentes proyectos que se han diseñado en el club lo único claro es que la mirada no debe ir encaminada a los banquillos.
Buscando objetividad, existen tres opciones. La primera; esperar para ver si el actual proyecto de cantera es serio y que las mejoras deben llegar. La segunda; mirar hacia otro punto del club aunque hacerlo sobre la dirección deportiva sería tan injusto como hacerlo hacia un banquillo por el hecho de que la actual directiva deportiva sólo lleva dos años en el cargo. Y la tercera; pensar y analizar que, quizás, el nivel de la cantera no es el apropiado. El nivel de los jugadores no es el mínimo exigido para un equipo profesional como tampoco lo son, y aquí seguro que no hay debate, las instalaciones sobre las que éstos trabajan y se forman. Diferentes opciones. Muy diferenciadas que eximen de culpabilidad a los entrenadores del primer equipo, aquéllos que firman por un año y que, en la actualidad, sólo son juzgados si el equipo asciende de categoría.
La experiencia de Paco
Con Toni o sin él, lo que hará bueno o malo a Paco Herrera es el ascenso del primer equipo. La exigencia es máxima en dicho ámbito y da igual cómo se produzca. Miroslav Djukic, último y exagerado ídolo del entorno pucelano, consiguió el ascenso en 2013. Con él fue vitoreado pese a no darle peso al Promesas y excluir a muchos jugadores. El éxito manda pero durante el camino las piedras pueden ser altas y crear más de un susto. Paco Herrera lo sabe. Domina como pocos los tiempos de la categoría.
Como él no quiere que nada ni nadie le entorpezca en su trabajo, quiere dejar muy claros los conceptos y las bases de su Pucela, aquél proyecto que siembra buenas sensaciones pero que ya tiene el primer problema en el ambiente. Una posible irrelevancia durante la temporada de Ángel García, José Arnáiz o Anuar Tuhami multiplicará el dolor de los empates y el castigo de las derrotas pero nunca sumará en las victorias. Nada nuevo.