Álvaro Rubio se ha despedido y lo ha hecho con una comparecencia brillante
Terminados los homenajes y análisis a Álvaro Rubio como futbolista y emblema pucelano es importante analizar la rueda de prensa del riojano en su despedida del Real Valladolid. Matando en sus últimos segundos como blanquivioleta, al último capitán se le vio seguro ante los micrófonos, tanto como en el terreno de juego. El ya ex futbolista blanquivioleta deja un último recuerdo en Pucela. Su rueda de prensa de despedida es un bendito mensaje para club y entorno. El Real Valladolid necesita la remodelación de plantilla que acaba con la etapa del ’18’ pero también le urge saber tratar y valorar a leyendas como el riojano u otros compañeros y emblemas del club.
[quote style=»2″] Como éramos familia, porque era su ‘sobrinillo’, tendré que agradecer algo a Mendilibar. [/quote]
Bendita sinceridad
Muchas veces nos atrevemos a decir que el fútbol vive en una tremenda burbuja y no es falso. Ésta nos aleja de su realidad. No nos deja verlo en toda su extensión. Si ocurre así es, principalmente, porque sus protagonistas quieren que así sea y se expresan con débiles argumentos. Dicen lo que deben decir y no buscan titulares ni ese llamado protagonismo que es necesario para desmitificar este deporte. Les puede costar caro decir lo que piensan. Como las ruedas de prensa en el fútbol crean cada vez más puertas y obstáculos, en contadas ocasiones están llenas de sinceridad y realismo, todo aquello que sí mostró Álvaro Rubio en su despedida de esta semana.
Con dos folios en la mano, el riojano expresó todo aquello que tenía dentro. No tenía dudas de qué quería decir y cómo quería hacerlo. Señaló a los que tenían que señalar y afirmó por qué no seguía en el Real Valladolid. Objetivo que hace que escuchar al último capitán blanquivioleta en la sala de prensa del estadio José Zorrilla sea de obligado cumplimiento para todos aquellos seguidores pucelanos.
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Es cierto que el jugador dejó palabras de agradecimiento a todos los estamentos del club y a diversas personas con las que se ha cruzado durante esta década en la que ha formado como un vallisoletano más. Pese a todo, hay dolores que uno nunca olvida y detalles que se quedan grabados a fuego. Con una comparecencia amplia y muy bien preparada, el jugador dudó en un momento de su exposición. “¿Mato o no mato?”, debió pensar y, sí, mató. Murió, blanquivioletamente hablando, matando. ¡Bien hecho, Álvaro!
Heridas pucelanas
En las últimas temporadas Álvaro Rubio ha sido de los mejores jugadores del equipo. Posiblemente esté entre los cinco mejores futbolistas en las tres últimas temporadas, aquellas en las que, curiosa o tristemente, el equipo no ha conseguido los objetivos marcados. Es más, el peor nivel grupal del equipo se ha producido en aquellas en las que el jugador tuvo más minutos. En el último campeonato y en aquel en el que se descendió con Juan Ignacio Martínez, Rubio fue determinante en el juego y fijo en los esquemas. Con Rubi, por su parte, no lo fue tanto.
Estos detalles no pasan desapercibidos para el jugador, aquel que recuerda que fue renegado por el entorno blanquivioleta en muchos momentos de su travesía pucelana. Él, durante la comparecencia de despedida, se refirió a la época de José Luis Mendilibar y del llamado “sobrinillo” pero hay más. Las heridas sufridas por el jugador siguen frescas. Pese a las alabanzas finales ante los peores resultados del equipo, el ’18’ sabe que tuvo que demostrar ya no a los entrenadores o directores deportivos sino al entorno y a la afición cuál era su sitio.
Éstos eran en muchas ocasiones los que le colocaban fuera del once titular todos los veranos y pretemporadas. La falta de confianza duele mucho. Así, él no tenía que ganarse el puesto en los entrenamientos, debía demostrar todos los domingos con un juego diferencial por qué lo hacía en lo que se convirtió un ejercicio agotador.
Pelé, Nafti o Timor
Partir en desventaja es una ambición para la juventud y para los retos nuevos. Para aquellos en los que ya se le conoce y en el que ha rendido a un buen nivel, no. Que Álvaro Rubio viera como todos los veranos el último fichaje o, incluso, el último en llegar fuera en ventaja con él en las preferencias pucelanas costaba entenderlo. A él le dolía y de una forma u otra pareció expresarlo en su despedida.
Igual que no es de ley que Óscar González se haya marchado del Real Valladolid por la puerta que lo ha hecho, no es justo que hombres como Víctor Fernández, Alberto Marcos, Javier Baraja o el propio Rubio no se hayan despedido del fútbol en el Real Valladolid. Al igual que el riojano, éstos se fueron ‘sentenciados’ por su final y la supuesta obligación de encontrar savia nueva. Ésta siempre ha llegado pero en muy pocas ocasiones ha mejorado lo presente. Así, los de siempre han tenido que asumir galones, hechuras que no le correspondían y que han dejado al Pucela como lo han debilitado en los último años hasta tener que pelear por no bajar a Segunda B.
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Con todo ello el Pucela debe reflexionar y no buscar sólo un buen proyecto. Quizás ésto no es lo más importante. La mejora blanquivioleta debe medir a todos sus sectores, incluso aquel que ahora llora la salida de Álvaro Rubio cuando en su mejor momento futbolístico fue matado por ensalzar al nuevo o a la “estrella”, aquellos que no rozaron ninguno de los niveles de un riojano que emprende un nuevo camino en la India.