Ibán Salvador es un potente atacante que llega al Real Valladolid para mostrar sus cualidades, aquellas que deben dar un salto cualitativo. Una oportunidad mutua
No hay duda. Ibán Salvador es una apuesta del Real Valladolid. El club blanquivioleta vive de estas opciones. Es más, debe hacerlo así. Una entidad como la blanquivioleta, por situación futbolística y económica, debe apostar por jugadores como este atacante de nacimiento catalán pero internacional por Guinea Ecuatorial. Con él, Braulio Vázquez cierra un fichaje que tiene potencial pero que debe confirmar en el presente todas sus opciones. No puede perder tiempo en su formación, aquella que pulirá en el estadio José Zorrilla durante tres temporadas.
Intensidad. Demasiad intensidad
En 55 partidos con el filial del Valencia el nuevo jugador del Real Valladolid recibió 35 cartulinas amarillas y tres rojas. Esta circunstancia, como él reconocía en su reciente presentación en el estadio José Zorrilla junto a Braulio Vázquez, es un detalle que debe pulir y mejorar de inmediato. Debe evitar ser lastrado y, sobre todo, diezmar al equipo por un exceso de intensidad. En el fútbol este rasgo no es desconocido y es llamado “exceso de celo competitivo”. Es decir, una intensidad y un exigencia desmedidas por intentar cumplir diferentes competencias y peticiones que, en demasiadas ocasiones, propias de su puesto ni su estatus.
Ibán Salvador es un gran talento. Aquellos que le conocen no lo dudan. Tiene calidad y rasgos físicos de gran envergadura pero no debe pensar en salvar el gol bajo palos y, en el contragolpe, anotar el tanto de la victoria, por poner un ejemplo exagerado. Debe encontrar su sitio, su estilo y todo ello decorarlo con esas condiciones que le hacen haber disputado 75 partidos en Segunda división B con sólo 20 años. Encauzando esa intensidad, el Real Valladolid se habrá hecho con un jugador de gran nivel.
En ese nivel que pueda dar a corto plazo, Paco Herrera es protagonista. El nuevo entrenador del Real Valladolid se frotaba las manos ante su fichaje. Sabe de la calidad que tiene pero, también, del trabajo que se le debe inyectar. El catalán puede ser decisivo en el afianzamiento del futbolista y en la consagración inmediata de su velocidad, su juego rápido y ese desparpajo que le hace ser válido para las cinco posiciones más ofensivas de un esquema.
Desparpajo en las alternativas
Aunque Ibán se muestra más cómodo y se siente más protagonista en la mediapunta, como él afirmaba en su puesta de largo, Braulio Vázquez afirmaba su polivalencia. Como delantero centro, como segundo punta, como enganche o en cualquier de las dos bandas el nuevo futbolista del Real Valladolid puede rendir a buen nivel. Nadie pone en duda esas variantes aunque sí su noviazgo con el gol.
· #BienvenidoIbán todo el especial sobre la llegada del catalán al Real Valladolid ·
Pese a jugar en posiciones avanzadas, sus registros, movimientos y sensaciones no son las de un gran goleador. Posiblemente, todo esté marcado por esa intensidad mejorable que tiene. Desgastado en funciones, movimientos y trabajos que no le tocan, Ibán tiene que adaptarse al salto que va a dar. Éste no le da miedo. Tiene mucho desparpajo sobre el terreno de juego y nada parece asustarle. Tras cuatro años en Segunda B, le llega gran salto. Un ascenso para confirmarse en el fútbol profesional.
Con un contrato de tres temporadas el futuro lo tiene asegurado. Con la recompra impuesta por el Valencia en su contrato, el seguro lo tiene el club. En la transacción todos valoran a un jugador de alternativas, de presente y de futuro pero con muchos detalles que pulir. Todo lo bueno que tiene en sus piernas debe ser confirmado, trabajo y pulido. Sin una buena dedicación, el proyecto y la apuesta que firma el Pucela quedarán en el aire y, lo peor, sin explotar. Ni el Pucela ni él podrán sacar pecho de un movimiento que los dos necesitan.