La necesidad de afianzar la portería ha hecho que el Pucela firme al Zamora de la categoría. Un cancerbero de gran personalidad y liderazgo para dominar el área
La temporada pasada el Sporting de Gijón demostró lo importante que es en la categoría de plata del fútbol español no encajar y no perder. Pese a que siempre se ha vendido la imperiosa necesidad de tener un gran goleador, la oferta de un gran portero ha evolucionado junto a la categoría. Los empates valen de mucho y ya nunca son vistos como la pérdida de dos puntos. Con este punto grabado a fuego en el patrón de Paco Herrera, la piedra angular del nuevo Real Valladolid, el club blanquivioleta se ha hecho con Isaac Becerra, el Zamora de la categoría y con un cancerbero de 28 años con la experiencia de 135 partidos en la categoría. En las más de tres temporadas disputadas en el Girona, el nuevo blanquivioleta, además de vivir tres promociones de ascenso a Primera, ha encajado solamente 128 goles.
Cuestión de confianza
El Real Valladolid se ha hecho con un portero de Primera. No hay duda de ello. Uno de los puntos que más y mejor definen a un cancerbero es la seguridad en ellos mismos y la que transmiten sobre sus compañeros en el terreno de juego. En este punto, Isaac Becerra, nuevo jugador blanquivioleta, es único. Ha evolucionado durante las últimas temporadas y lo ha hecho a “fuego lento”, como afirmaría Paco Herrera sobre su propia carrera.
De ser uno de los porteros menos llamativos de la categoría cuando llegó a Montilivi en 2012 desde un Real Madrid Castilla en el que tuvo una aportación testimonial a cuando disputó la final del play-off de ascenso del año 2013, la evolución fue constante y progresiva. No ha dejado un entrenamiento libre, no ha perdonado ningún partido para evolucionar y jamás ha desperdiciado una de las muchas oportunidades y opcines que le ha otorgado merecidamente Pablo Machín en el proyecto catalán.
El fútbol de hoy en día no tiene memoria. El Real Valladolid sabe de ello. Óscar González ha sido despedido de una forma despreciable. Es ley de fútbol, que se diría. Isaac Becerra lo sabe y trabaja constantemente para seguir ampliando su confianza y la de su alrededor. Ahora, no lo tendrá fácil. Ha arriesgado. Con la opción de continuar en un seno que le tenía idolatrado, el jugador ha apostado por un entorno quebrado y quemado y por un equipo sin hacer. Con la ilusión por crecer futbolísticamente y viendo al Real Valladolid como una zancada en su carrera, Isaac Becerra llaga al estadio José Zorrilla hasta el año 2019.
Liderazgo y personalidad
Para ganarse, como é lo había hecho, a todo un club como el Girona, que ha rozado el ascenso en tres de las últimas cuatro temporadas, ha tenido que hacer gala de toda su personalidad y liderazgo. El cancerbero catalán es un portero de fuerte personalidad y de constantes directrices hacia sus compañeros. Les corrige, les dirige y les sitúa en el aspecto defensivo. Esa explosividad para convencerles, la tiene, también, para la celebración de los goles. Efusividad en lo bueno y en lo menos bueno.
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Con esa personalidad en las directrices, el jugador muestra personalidad. Todos asienten a su ritmo y el grupo entiende sus formas. No creen sólo en el contenido sino, también, en el estilo. Creen en él porque él se lo ha ganado. Su liderazgo es una parte de un juego diferencial. En tres años como titular en el Girona, tiempo en el que sólo se ha perdido un encuentro liguero ya que vivió una lesión, el nuevo pucelano ha rendido a un nivel estratosférico. Ha sido el buque insignia del mejor Girona de la historia. Si el proyecto catalán no ha sido flor de una sola temporada, ha sido, entre otros factores, por el nuevo ‘13’ del estadio José Zorrilla.
Dominio del área
Esa personalidad y, sobre todo, esa seguridad que el jugador transmite en el terreno de juego se ha ganado por unas cualidades que le llevan a dominar el área y todas sus vertientes pese a los 180 centímetros de estatura. Siendo un perfil pequeño de altura para los parámetros que se dan en la actualidad, la anarquía que en momentos refleja el juego el nuevo cancerbero del Real Valladolid está basada en unos reflejos felinos.
Dominando los espacios pequeños gracias a una potencia de salto muy elevada, el futbolista conoce las dimensiones del área y de la portería pese al juego adelantado que ejerce. Con todo ello, el Pucela se hace con una envidia de la categoría. Un jugador de presente pero, también, de futuro. Un cancerbero de 28 años con hambre de éxitos y de élite llega al estadio José Zorrilla para hacer suyo el marco blanquivioleta.