Paco Herrera no se esconde a la hora de expresarse delante de un micrófono
La personalidad se debe tener y, sobre todo, se debe demostrar para ser entrenador de fútbol. Un preparador está muy expuesto. Paco Herrera lo sabe y no quiere jugar. No pretende engañar. Quiere ser directo con el entorno. Si esa claridad que muestra en el discurso le cuesta el puesto, como le pasó en el Celta de Vigo tras unas declaraciones en las que Iago Aspas, estrella del equipo, no salía bien parado, el entrenador asume el riesgo. Sus comparecencias son parte del juego. El entrenador participa en la creación del estilo y en su evolución y detección de problemas con los micrófonos. El Real Valladolid adquiere a un entrenador de experiencia y con un filosofía de titulares.
Jamás dejará indiferente
Nunca me cansaré de decirlo ni, sobre todo, de pensarlo. Las ruedas de prensa en el mundo del fútbol son parte del juego. El tercer tiempo que se llama en el rugby. Pese a que Joaquín Caparrós defienda que en las comparecencias de los entrenadores se debe mentir para decir aquello que el vestuario quiere escuchar, el Real Valladolid no va a encontrar paños calientes en sus próximas comparecencias. Con la llegada de Paco Herrera al estadio José Zorrilla el equipo blanquivioleta adquiere a un entrenador con un discurso claro y en el que no pone trabas para expresarse ni en el que difumina la realidad.
Si el ambiente es uno, se dice. Si debe expresar las dolencias y preocupaciones que tiene por la poca evolución del equipo, también. Si, por ejemplo, debe señalar a un jugador que considera que no está a la altura de la exigencia ni de rol que le toca. Le señala. Su personalidad es fuerte. En el terreno de juego, en el día a día, en el vestuario, en los entrenamientos y en su discurso. Como diría Loquillo, “Paco Herrera no viene para hacer amigos” pero sabes que siempre puedes contar con él para buscar el éxito del club.
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El Real Valladolid cambia el patrón que ha tenido en los últimos meses. De los tres entrenadores de la última temporada, la versión que se va a ver en la sala de prensa del estadio José Zorrilla es la de un entrenador inconformista pero realista que está más cercano al formato de Gaizka Garitano. El vasco era claro. Lo era como lo intentó ser Alberto López a su llegada. Diferentes problemas y condicionantes hicieron que el de Irún se centrara en el perfil de Miguel Ángel Portugal. Ese estilo conciliador, tranquilo y apaciguador del burgalés por fin ha desaparecido. Verdades y titulares son los que se van a conocer cada vez que Paco Herrera encienda un micrófono. Indiferente no va a dejar a nadie. Nunca lo ha hecho.
Su ‘despedida” del Celta
Para hablar del perfil del nuevo entrenador del Real Valladolid ante los medios de comunicación se puede resumir ese estilo en su comparecencia del 16 de febrero del año 2013. En ese instante, cuando acababa de perder (3-1) ante el Getafe en el Coliseum Alfonso Pérez, el catalán no se cortó. Sabiendo que tenía posibilidades de marcharse y ser cesado, dejó clara su impronta y su estilo.
“Si el equipo tuviera la fuerza que tengo yo iríamos mucho mejor”, dijo al poco de sentarse. Afirmando que “mi trabajo es ser fuerte y convencer al equipo del objetivo”, Paco Herrera no se cortó para asegurar que la estrella del equipo no estaba en un buen momento. Pese a la gran calidad de Iago Aspas, el equipo perdía con su presencia en el terreno de juego. Tras “cinco o seis partidos” sin estar al nivel, Paco en su último encentro apostó por Santi Mina, de entonces 17 años, desde el minuto 59.
[quote style=»2″] Tomo las decisiones porque las necesito y cuando creo que el equipo las necesita. [/quote]
Sustituyó a su estrella. Demostró que no se casa con nadie pese a que “yo soy el que más he apostado por el chaval”. Pese a todo, “entre todos le hemos hecho mucho daño”. “¿Te estaba gustando el partido de Iago Aspas?”, preguntaba a un periodista. “Lo quito porque lo necesita. Necesito quitarlo porque el equipo lo necesita”, explicaba el experimentado preparador que pretendía decirle «descansa y date cuenta que no estás». En esa exposición Herrera aseguraba con rotundidad que no pretende “convencer” a nadie sino “exponer mi punto de vista”.
La versión del entrenador, aquella con más peso en un vestuario, es capital. Paco Herrera la impone, como es lógico y natural, pero con una justificación, unos detalles que no se calla. Los explica y los matiza. Las decisiones se toman por unos motivos y él nunca los esconderá en una rueda de prensa. Así, Valladolid está de suerte. Regresa el tercer tiempo a sus partidos. Las comparecencias del entrenador volverán a tener su peso y el entorno podrá saber cómo está el equipo pero sin mentiras ni falsedades. Con realidad y sentimiento.