Es obvio. Braulio Vázquez está señalado por la situación del Real Valladolid. El equipo blanquivioleta no funciona y la confección de la plantilla, ya no es que esté en dudas, sino que hace aguas en todas las vertientes. El Pucela no tiene un patrón ni un estilo y el director deportivo es el gran señalado. Pese a que Carlos Suárez le exima de culpa, el gallego es uno de los grandes señalados por la crisis pucelana y por su falta de proyecto y estilo. Aunque el análisis sobre su puesto es complejo y demasiado resultadista, unas de las obligaciones para entender la temporada es examinar al gallego.
Nadie se salva
Hace pocos días en una rueda de prensa en el estadio José Zorrilla Javi Moyano afirmaba que la temporada no está siendo buena para nadie. “Ni para Juan Villar” llegó a asegurar el lateral jienense. Las palabras del ‘17’ del Real Valladolid son tan ciertas como duras. Ningún integrante del actual proyecto blanquivioleta podrá sentirse orgulloso de su campaña ni podrá sacar pecho de ella en los próximos años. El lastre de la 2015/2016 va a ser brutal pero no sólo para la imagen del club, que también, sino para los jugadores y profesionales que han formado parte de esta triste versión del Real Valladolid.
Uno de ellos y, posiblemente el más señalado, responsabilizado y debilitado, es Braulio Vázquez. Con tres entrenadores durante la temporada y sin ningún éxito de ninguno de los tres preparadores y de ningún jugador, aquel que ha confeccionado el proyecto es el máximo responsable y, en este caso, el mayor culpable. El director deportivo del Real Valladolid está viviendo unas semanas muy duras. Las más complejas desde su llegada y, posiblemente, las más amargas en toda su carrera en los despachos. Nadie se salva en este proyecto y menos aquel que lo ha definido y que lo está firmado hasta sus últimas consecuencias.
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Eso sí, la frialdad debe premiar en el análisis sobre el director deportivo. No queda muy definido cómo se debe examinar el trabajo de un puesto como el de Braulio. Las bases de evaluación deben ser marcadas y en el fútbol y, sobre todo, en el Real Valladolid aún no lo están. Deben tener un camino que supere el resultado. El trabajo de un director deportivo pasa, en su gran mayoría, por un trabajo de despacho. Es decir, una dedicación interna y desconocida para el entorno. ¿Cómo se evalúan los informes, la captación o la ampliación de la información? ¿Cómo se pude evaluar en dos años el proyecto de una cantera?
Sin proyectos y en lo más inmediato. ¿Es justo valorar a un director deportivo el resultado de sus fichajes si no es él quién los trabaja y el que gestiona sus emociones? Son muchas las cuestiones sobre un director deportivo y muy pocas las respuestas y las evaluaciones más allá del resultado.
Trabajo y resultados
Se quiere trabajo, se quiere cantera y se quieren resultados. Es decir, se exige ganar, hacerlo bien, conseguir éxitos y hacerlo con gente de la casa. En definitiva, algo inviable para cualquier club y más para uno como el Real Valladolid. Además de que es imposible y de que todos los casos que se puedan señalar como ejemplos tienen matices y puntos que lo debilitan o que han costado un tiempo que el Pucela no tiene, ante nada de ello se puede señalar a un director deportivo.
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Es cierto que el gallego no ha estado a la altura, como no lo ha estado nadie pero es importante determinar sobre qué bases y conceptos no ha estado acertado. ¿Braulio no ha hecho bien su trabajo? ¿Por qué no? Ha tomado decisiones, como no hicieron otros cuando el barco estaba tocado. Ha reforzado al equipo en la opción que ha tenido y lo ha hecho con fichajes convincentes sobre el papel. Que éstos hayan tenido uno o otro resultado no es un exigencia directamente sobre él.
Por el resultado inmediato no puede ser juzgado o, al menos, no debería. Braulio puede ser criticado por dejar una partida excesiva para el mercado de invierno, por ejemplo, o por no reforzar diferentes posiciones o, incluso, por eliminar demasiado pronto a un entrenador que era la base del proyecto y sobre el que no se confió ante los primeros problemas. Braulio ha cometido errores. Muchos. Como él, como Carlos Suárez y como todos pero este Real Valladolid tiene y ofrece tantas dudas que no sabe ni por dónde atacar y examinar a un director deportivo, una figura tan inestable en el fútbol que pasa de tener una estatua en la puerta del estadio a ser vilipendiado en sólo tres meses. Roberto Olabe lo comprobó. Braulio está en ese camino pese al apoyo total del presidente del club y sin esconderse como sí hizo el vasco. Y muy bien, por cierto.