El Pucela cumple aquello de que la defensa no son sólo los cuatro de atrás
En la derrota (2-1) en Mendizorroza ante el Deportivo Alavés Johan Mojica fue un gran señalado. La nula intensidad defensiva del colombiano costó la derrota del Pucela por un gol evitable del equipo de Pepe Bordalás. Dicha acción es la gota definitiva sobre un problema de toda esta temporada. El puesto de lateral, ya sea derecho o izquierdo, es una posición de riesgo. Señalados estos jugadores de banda poco se ha analizado las inferioridades que han tenido que asumir durante la temporada. Marcados como la fórmula para que el rival pudiera entrar en el área, nada se ha asegurado que ser lateral en este Real Valladolid es una profesión de riesgo. Es un peligro de crítica desmedida, análisis sectario y manipulación constante hasta que la realidad lo ha devorado todo.
Johan Mojica
Ayer, durante la tertulia de ‘Directo Marca Valladolid’ hablaba sobre este tema: el problema de los laterales del Real Valladolid. Éste no es nuevo, ni mucho menos, es de toda la temporada. La libertad con la que juega Johan Mojica en este Real Valladolid ha hecho mucho daño a Nikos Karampelas y, sobre todo, a Mario Hermoso. Por su juventud, su exceso de celo competitivo y su corta experiencia en situaciones, exigencias y presiones como las que está viviendo en Valladolid, el madrileño ha sufrido problemas tácticos y físicos durante todas sus titularidades junto al colombiano. Se han visto pero, sobre todo, se han señalado.
La llegada de Nikos en invierno intentaría demostrar que el problema era el ‘36’, pero no. El problema no era únicamente él. El repliegue, las inferioridades y las limitaciones defensivas de Nikos en sus primeros partidos demostraban que el problema no era sólo del lateral, sino de la banda izquierda al completo. En El Carlos Tartiere el primer gol del Real Oviedo demostraba que un lateral no puede estar en dos situaciones. Ante los intercambios ofensivos rivales, el griego estaba superado. Lo estaba porque su primera ayuda se encontraba a 25 ó 30 metros. Ese trecho se comenzó creando en la banda izquierda pero en las últimas semanas también se puede ver en la derecha donde Juan Villar ve una pared a la hora de replegar y defender.
Esa distancia la creó Miguel Ángel Portugal. En el cambio de sistema que creó el entrenador burgalés tras el mercado de invierno, los extremos y los dos delanteros tenían mucha libertad. Quizás demasiada. Vivían liberados por delante del balón y el resto por detrás. Esa línea del esférico está siendo una tortura para el equipo. Es cierto que ya no existe tanta ruptura en el Real Valladolid pero la conciencia y concentración del equipo sigue viendo esa marca en muchos momentos. Con ella, el equipo se rompe y la defensa se desestabiliza matando a todo el equipo. Con una defensa debilitada, el objetivo de la salvación se aleja.
Necesidad de encerrarse
Hace unos meses, cuando Portugal rompió el esquema en seis jugadores por un lado y cuatro por otro, el equipo necesitaba frescura, alegría, juego ofensivo y ataque. Ahora, todo lo contrario. En la actualidad el Real Valladolid necesita crecer sobre su seguridad defensiva. Ante el Lugo una de las pocas noticias positivas que dejó el partido, sino la única, fue el punto. El empate de Roger Martí en el minuto 92 demostraba cuál debe ser la filosofía del equipo de cara al futuro a corto plazo.
Este Real Valladolid debe sumar, sumar y sumar. Da igual cómo lo haga. Sólo interesa seguir aumentado el botín de la clasificación y el camino más fácil y más directo es el de construir una seguridad defensiva durante los 90 minutos. Un Pucela férreo, seguro, sin concesiones y muy regular en su entramado defensivo debe ser la base. Si ésta no se consigue, el éxito no llegará. Por ello es más dolorosa la derrota de Vitoria. El tanto de Sergio Llamas a falta de cinco minutos para el final es la demostración de una mala lectura. El equipo necesita saber qué se juega durante todo el partido. Tiene que conocer sus limitaciones y sus exigencias. Sumar es una necesidad y transmitir seguridad una obligación. Un camino lleva al otro y si el Real Valladolid no los asume y sigue dejando vendidos a Javi Chica, Javi Moyano, Nikos Karampelas o Mario Hermoso, el proyecto se irá a pique. Más de lo que ya lo está.