Con el Real Valladolid en los puestos bajos de Segunda pero con el Promesas salvado en Segunda B se ha creado un complicado debate que puede llegar a ser tóxico
• Las cábalas sobre cuántas Promesas deben estar en el primer equipo la próxima temporada o cuántos lo estarían haciendo mejor que el primer equipo en la actualidad son debates demagógicos para la actualidad •
Anuar Tuhami fue una cortina de humo el pasado domingo ante el Club Deportivo Lugo. El buen partido del luchador jugador ceutí del Real Valladolid Promesas tapó ciertas carencias futbolísticas del equipo en el partido y dejó a la luz la falta de ilusión que genera este equipo. El proyecto de Carlos Suárez y Braulio Vázquez para esta temporada está muerto y un joven jugador del club lo demostró el pasado fin de semana. La ilusión que ha generado su debut liguero ha fomentado el debate sobre el papel de la cantera en el Real Valladolid. Más allá del buen hacer del jugador, la negociación de su renovación y el salto de determinados jugadores el próximo verano, el peligro sobre equivocar el debate en la actualidad es muy posible. Saber cómo tratar este complicadísimo tema futbolístico no debe marcar el final de la temporada del Real Valladolid. Tristemente, aún hay otros objetivos.
“Demagogo y oportunista”
El tema más complicado de análisis en el mundo del fútbol es el de la cantera. Ni el del cuestionado estado físico de los equipos que pierden ni la búsqueda de términos absurdos que eleven el supuesto conocimiento de fútbol. Hablar de cómo se debe usar una cantera, cómo se debe trabajar en ella o, por ejemplo, cuántos réditos se puede obtener de ella son aspectos muy complicados. Es difícil hacerlo. Es un arma de doble filo y más en la actual situación del Real Valladolid. Javier Pardo (@JPardoFiguerido) afirmaba el pasado domingo Twitter se llenaba de «demagogia y oportunismo» para hablar de la cantera en el entorno del estadio José Zorrilla.
Con el mal momento del primer equipo, peleando por no caer más en los puestos de la clasificación de plata, pero con un Promesas que ya ha firmado matemáticamente la salvación en Segunda B, los debates pueden ser hasta tóxicos. Nada puede estar sujeto a la realidad y sí al resultadismo, al enfado y a la injusticia. Todo lo contrario de lo que necesita un equipo en formación y unos futbolistas que aún son proyectos.
«Sobre el debate complicado y tóxico de la cantera», la prolongación del artículo sobre la cantera
El resultado final que ha conseguido el Promesas no puede cambiar la percepción que se tenga de él. Un gran porcentaje, casi íntegro, del entorno blanquivioleta ha ninguneado al Promesas en los últimos años o, incluso, en el transcurso de esta temporada. La sensación personal es que los elogios que está recibiendo el equipo de Borja Jiménez son más por una crítica hacia el primer equipo y para ser una vara para ajusticiar a algunos frentes del club que por sentimiento y análisis real. No es el momento ni las circunstancias para usar al Promesas como un escudo. No lo es porque el proyecto de cantera blanquivioleta es muy cuestionable y todo si se considera que lo que existe en la actualidad es un mínimo porcentaje de lo que está buscando el club. Este equipo no ha tenido base ni estructura en ella en las últimas temporadas. No es cuestión de apostar. Es cuestión, por el momento, de trabajar.
¿Apuesta?
José Arnáiz se merece una oportunidad mejor de que las que ha tenido hasta el momento. Nadie puede dudar que el máximo goleador del Promesas, sin ser delantero centro, merezca una opción mejor que salir durante seis minutos o hacerlo durante 15 en un encuentro que ya está decidido en contra del equipo pucelano. Apostar por él en las circunstancias actuales no es fácil. O sí. Todo depende de cómo sea la apuesta y las próximas jornadas dictaminarán si lo de Anuar, por ejemplo, es una apuesta o una cortina de humo.
Hace casi dos meses, en el videoblog que tengo en ElDesmarque Valladolid, confesaba que Anuar merecía una oportunidad. Miguel Ángel Portugal no se la dio pero Alberto López, sí. El entrenador vasco apostó por delante el Lugo. Perdiendo en su estreno y con más de 20 minutos por delante, el jugador saltaba al terreno de juego. En parte era una sustitución de convencimiento, por el tiempo de apuesta y la obligación de cambiar el resultado, pero, también en parte, por falta de recursos. Sin Borja Fernández ni André Leão en la convocatoria, el ceutí era la única opción para salir desde el banquillo.
Fue una puesta, sí pero cuestionada. Hay matices que dicen que lo de Anuar fue una apuesta pero otros que dicen que no. Si de aquí a final de temporada el ’10’ blanquivioleta disputa, por ejemplo, dos titularidades y una cifra cercana a los 300 minutos, creeré que se ha hecho una apuesta por él. Si no vive ninguno de eso dos requisitos, veré su apuesta como una cortina de humo. Un frontón para que no se hable del juego del equipo, de la situación del proyecto y sí del año que viene. Si se usa a Anuar, a José, a Toni o a cualquier jugador ilusionante del filial para desviar la atención de la temporada del primer equipo, el término “apuesta” se aleja de la realidad. Lo que no es decente es que jóvenes jugadores, algunos de ellos aún en formación, peleen en el final de temporada por las migajas de un objetivo que se marcó el club para el primer equipo. No es justo, no es real y no es productivo. Al final lo más interesante es que un debut sea productivo para aquel que lo firma. Si no lo es ni para él ni para el club no tiene sentido que se produzca.