La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Opiniones

Cuando ya no te queda ningún argumento posible

El ascenso blanquivioleta parece ya un objetivo imposible. Lo es, ya no por puntos, sino por las sensaciones y los pocos argumentos que deja la situación blanquivioleta

Los últimos tres partidos y, sobre todo, la imagen de las últimas dos salidas hacen imposible que el Real Valladolid pueda conseguir el ascenso. Un equipo con tan pocos argumentos no conseguirá nunca su objetivo •

El sábado, en Butarque y tras una dolorosa derrota (4-0), el Real Valladolid puede haber enterrado todas sus opciones de soñar y de llegar al play-off. Tras el tercer ridículo consecutivo y después de encajar por segunda salida seguida cuatro goles, el Pucela ya no tiene ningún argumento sobre el que poder agarrarse. En Butarque se confirmaron las pocas opciones vallisoletanas de seguir soñando y las muchas de vivir una agonía hasta el final del campeonato. Sin el espíritu guerrero ante equipos de la zona alta y sin esa seguridad de jugar fuera del estadio José Zorrilla, el proyecto 2015/2016 se muere y se lleva por delante muchos nombres. Miguel Ángel Portugal entre ellos.

Rodri Ríos, avergonzado, pide perdón a la afición desplazada hasta Leganés el pasado sábado (RealValladolid.es)
Rodri Ríos, avergonzado, pide perdón a la afición desplazada hasta Leganés el pasado sábado (RealValladolid.es)

Exigencia y confianza
Siempre he pensado y así lo he dicho que el aficionado del Real Valladolid es exigente y más en Segunda división. Quizás lo es demasiado. Lo que no vale para casa triunfa fuera. No se valora lo que se tiene y se desprecia aquello que ha dado rendimiento durante varios años presos y emocionados de la novedad. Pese a esa exigencia desmesurada, el entorno blanquivioleta siempre está con el equipo. Por poco que le dé, el equipo no está solo.

Los blanquivioleta de sentimiento siempre confían. Siempre. Las últimas temporadas así lo dicen. Confiaron en el ascenso directo con Miroslav Djukic en 2012. Se ilusionaron ante la posibilidad de que el míster serbio siguiera en Valladolid cuando éste ya había firmado su salida. Más tarde de lo que él hubiera querido pero ya estando firmada, el entorno confiaba en su continuidad. Meses más tarde confiaron en la salvación del Pucela de Juan Ignacio Martínez. Una temporada después confiaron en Rubi y en su proyecto hasta los instantes finales. Pese a que el equipo no llegó en las mejores condiciones al play-off ante Las Palmas, el entorno confió nuevamente en ese mano a mano. Igual que esta temporada.

En verano, el proyecto ilusionaba. Gaizka Garitano era calificado como “el mejor fichaje” del verano. Su trabajo en la Sociedad Deportiva Éibar valía y servía de confianza para el entorno blanquivioleta. Sin el vasco, el sosiego y la mesura de Miguel Ángel Portugal valían para confiar en la remontada ante cualquier resquicio a la ilusión. Como todas, el entorno blanquivioleta tendrá aspectos negativos pero nadie duda, ni puede hacerlo, que se desvive con poco. Me incluyo en esa gran parte pucelana que necesita poco para ilusionarse. Las ganas por el éxito de su equipo le hacen aumentar esos pequeños detalles que quizás no lleven a ningún lugar. Será la pasión por el club.

Sin argumentos
Esa pasión es desmedida pero necesita de pequeños alicientes. El último mercado de invierno puedo serlo. La salida de Mario Hermoso del once, quizás, lo fue para algunos. Las lesiones de Óscar González pudo serlo para otros. Incluso, la victoria (2-4) ante e Real Oviedo fue un argumento durante algunas semanas. Éste, como todos, se fue diluyendo progresivamente.

La capacidad para devorar del Real Valladolid es infinita. En la actualidad, tras sumar un punto de nueve posibles y tras dos ridículos mayúsculos en las dos últimas salidas, el Pucela no tiene argumentos a los que agarrarse. Posiblemente, el único motivo para seguir creyendo es la clasificación. Matemáticamente, el play-off es posible y el ascenso viable. Nada más. Las matemáticas se empeñan en seguir dando vida a un equipo que no tiene fundamente, base ni entrenador. Miguel Ángel Portugal dejó de ser el entrenador del Real Valladolid tras perder el Mirandés. La rueda de prensa tras perder (4-1) en Anduva sentenció al entrenador burgalés. Se mostró perdido y arrojó por la ventana el argumento de su puesto.

Sin él, el equipo y en entorno se mueren. Se despiden del objetivo porque pese a que las matemáticas digan que el equipo aún puede luchar por todo, el Real Valladolid carece de fútbol, estilo, personalidad y coraje, entre otros aspectos, para luchar por el ascenso. Perdido el factor de fuera de casa al que se había agarrado el equipo en las últimas semanas, no queda nada. Bueno, sí. La tremenda pena que provoca ver así al Pucela.

𝟭𝟵𝟴𝟴. 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘺 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘜𝘌𝘍𝘈 𝘗𝘙𝘖. Creo que en el fútbol todo tiene el término apropiado y un porqué obligatorio. Por ello, desde 2007 llevo entrenando equipos y escribiendo sobre cómo entiendo este deporte