Por tercera temporada consecutiva, el Real Valladolid malvive con empates. Tras un descenso y no ascender, esta vez el conformismo devorará la opción del play-off
• Juan Villar celebró con efusividad el empate y, más tarde, Miguel Ángel Portugal lo valoró con cierta alegría. En definitiva, el Pucela no es consciente de sus problemas y no encontrará su solución •
El Real Valladolid sigue en su filosofía, ya casi propia y patentada, de avanzar poco a poco. O de nada en nada, según se vea. El equipo de Miguel Ángel Portugal sigue dando por bueno el avance con unos empates que no valen para un equipo que necesita arriesgar más para sumar de tres en tres. Sumar de punto en punto significa ir de poco en poco o “comer pero no alimentarse”, que se podría decir. Valorando como bueno la igualada ante el equipo de Gorosito, el Pucela y el entorno demuestra que no es consciente de su realidad, aquella que le tiene en el puesto duodécimo de Segunda división. A tres puntos del play-off pero con cinco puestos de diferencia. En definitiva, una realidad tiste que obliga a no celebrar un empate ante un equipo en puestos de descenso a Segunda división B.

La celebración de Juan Villar
Mucho se ha hablado por las redes sociales de la celebración de Juan Villar tras el empate del pasado domingo. Se la ha calificado como “exagerada” o “desmesurada”. Dejando a un lado tales opciones, que ni comparto pero que, tampoco, me parece extremas, creo que sí que demuestra el problema que tiene este Real Valladolid. El actual Pucela no es consciente de que el empate ante un equipo que no ha ganado en toda la temporada fuera de su estadio y que lleva más de 20 jornadas en descenso jamás puede ser positivo.
Sumar un empate, a falta de 20 segundos para el final, ante un equipo con las connotaciones del almeriense no es bueno jamás y tampoco lo es por mucho que el entrenador del equipo en cuestión apele a la teoría de que “sumar siempre es bueno”. Asumirlo como bueno es conformismo. Aceptar un empate así demuestra por qué el equipo está como está y porque los objetivos del club son cada temporada más pequeños.
Si hace dos temporadas, el conformismo con los empates no fue suficiente para que Juan Ignacio Martínez consiguiera la salvación en Primera división, tampoco lo fue la temporada pasada para que Joan Francesc Ferrer, ‘Rubi’, consiguiera el ascenso. Ahora, dar por buenos empates y celebrar, quién sabe, si de forma desmedida goles como los del domingo, demuestran el conformismo que tiene el Real Valladolid y que no le ayuda a avanzar como debería hacerlo. Ese conformismo tiene bloqueado al Pucela y le nubla ante su triste realidad, aquella que le hace ver como mínimamente positiva una temporada que en la normalidad debería haberle llevado a cerrar la persiana y haber asumido un fracaso obvio.