El Real Valladolid volvió a tocar fondo (4-1) en un partido en el que el Mirandés le superó en todo. Miguel Ángel Portugal, gran señalado durante y tras el partido
El Real Valladolid tenía una oportunidad inmejorable de Anduva. Ganar al Mirandés hubiera fortalecido la candidatura blanquivioleta para el ascenso pero el equipo de Miguel Ángel Portugal falló. Lo hizo estrepitosamente y firmaba una dura derrota que era “previsible”. O al menos eso se entiende después de escuchar la rueda de prensa del entrenador burgalés. Tras la comparecencia del preparador pucelano se entiende que no era oro todo lo que relucía en el equipo blanquivioleta. La situación no era tan buena como parecía desde fuera.
[quote style=»3″] Esto puede ocurrir. No pensaba que tan contundente peo sí pensaba que podíamos perder.
Miguel Ángel Portugal en la rueda de prensa tras el partido disputado en Anduva ante el Mirandés [/quote]
Nunca se podrá calcular la desinformación que existe de un equipo de fútbol. El entorno conoce un porcentaje muy bajo de lo que genera el club. Los medios de comunicación muchas veces están desinformados o no pueden contar todo lo que ven y lo que saben. El fútbol es la máxima expresión periodística que asegura que un buen profesional «es mejor por lo que calla que por lo que cuenta». Lo cierto es que el Real Valladolid no estaba tan bien como decían sus últimas victorias. No tenía tan buen cara porque de ser cierta esa gran mejoría, lo ocurrido en Anduva no tiene explicación.
Un equipo competitivo, asentado y seguro no da los bandazos que está firmando el Real Valladolid. Se pasó de la nada al todo de Huesca a Oviedo y se ha vuelto a caer en picado tras la victoria ante el Llagostera con la derrota en Anduva. El Real Valladolid no es ese proyecto que se esperaba porque, entre otros asuntos, su entrenador no sabe cómo vender su idea. El míster blanquivioleta ha cambiado mucho su discurso en las últimas semanas. Ese desconcierto al que somete al entorno puede estar instalado en el vestuario y, obviamente, los jugadores lo notan. No son excusas pero si condicionantes. Grandes lastres.
Desastroso
La lectura es mala y lo es porque el partido es horrible. El Pucela no estuvo sobre el terreno de juego de Miranda de Ebro. Lo intentó y tuvo la primera ocasión del partido con un disparo tímido de Juan Villar. Tras él, el equipo se rompió. Se quedó aislado en tres líneas y el centro del campo se superó. Borja y Tiba jugaban en clara inferioridad. El reparto equitativo que hacía Carlos Terrazas de sus jugadores superaba al Real Valladolid.
Como decía Juan Carlos Amón, periodista de la Cadena COPE en la rueda de prensa de Portugal, daba la impresión de que el Mirandés tenía mucho mejor estudiado al Real Valladolid que al revés. Los burgaleses tenían una idea más seria y clara de qué hacer y cómo hacer frente al Pucela.
Los locales tenían controlado el partido. Antes del resultado y, obviamente, después. Sólo tuvieron un mal rato, aquel que se alargó durante los primeros 10 minutos de la reanuadciónn. El resto del partido, durante casi 80 minutos, tuvo un dominador claro. En defensa, en ataque, en intensidad, en tensión, en juego combinativo, en juego directo… El Mirandés ganaba el partido porque era mejor en todas las facetas del juego. Una vez tras otra, los de Portugal se vieron superados. Lo peor no llegó al ver que los locales eran mejores sino ver la nula capacidad de reacción del equipo blanquivioleta y de un cuerpo técnico que vuelva estar señalado. En los dos últimos partidos se salvaron de la quema pero tras un varapalo tan fuerte como éste, no
Vaivenes de discurso
Antes de viajar a Tarragona, Portugal dejó su primer gran titular. El Real Valladolid jugaba “una final” en el Nou Stadi. No se podía fallar pero se falló. Automáticamente se borró el término final. Era un duelo importante pero había que reponerse y pensar en el siguiente. El discurso cambiaba. El primer órdago salía mal y tocaba rectificar.
Tras otro varapalo, Miguel Ángel Portugal utilizó la última baza que tiene un entrenador. Agitar la botella, que diría Paco Jémez, tras perder ante la Sociedad Deportiva Huesca. Señaló a sus jugadores en intento por convencerlos y, también, por quedarse a un margen. Esa opción sirvió, al menos, en resultados pero en Anduva se confirmó que no fue algo meditado ni consensuado.
Tras la dura derrota en Miranda de Ebro, Portugal ha mostrado su verdadera cara. La versión tranquila, sosegada y carente de personalidad ha aparecido. Las críticas y la vehemencia del discurso tras el Huesca debían haber sido acompañado tras la derrota ante el Mirandés. Tal fuerza no llegó y el último vaivén de discurso ha llegado. Portugal quiere llegar a sus jugadores pero no sabe cómo hacerlo. Quiere utilizar las ruedas de prensa y todas sus exposiciones pero no lo consigue. No sabe si ser él o ser lo que necesita el equipo y en esa decisión, el equipo pierde fuerza, personalidad y, sobre todo, puntos.
El equipo sigue teniendo opciones de conseguir el play-off y “llegar arriba”, el objetivo que el entrenador ha vendido desde su llegada, pero con una fuerza débil y un equipo tocado que lejos de buscar alternativas en Miranda fue devorado por sus propias virtudes pero, también, por la exposición clara de ellas. Terrazas las sabía y ha demostrado que el Real Valladolid no es oro, es triste realidad.