Ante la Sociedad Deportiva Huesca, el nivel de los cuatro fichajes invernales fue muy débil. Tanto que se está empezando a dudar que mejoren el nivel de los suplentes
Cuando un jugador llega a un equipo en el mercado invernal, tiene dos opciones. O se hace al ritmo del equipo o, con su juego y personalidad, inyecta una motivación y una inercia positiva al ritmo. En el Real Valladolid se esperaba que la llegada de cuatro fichajes en el pasado mes de enero diera un salto de calidad al nivel de juego. Todas esas incorporaciones llegaban para ser titulares y buscando un rol importante pero, tristemente, poco han tardado en ser devorados por la situación blanquivioleta. El estadio José Zorrilla en los últimos años saca lo peor de cada uno y esta vez no ha sido menos con Nikos Karampelas y Borja Fernández y en menor forma con Vincenzo Rennella y, sobre todo, con Roger Martí. Pese a ello, el nivel de los cuatro jugadores en los últimos partidos no es el esperado. En definitiva, ya se han aclimatado a Valladolid. Ya han sido devorados.
Cuestión de entrenador
Esta teoría de que todo el que llega al estadio José Zorrilla sale siendo peor de lo que era cuando llegó se puede ver en el banquillo. Desde la salida de Miroslav Djukic, todos los inquilinos del banquillo se han marchado por la puerta de atrás. Juan Ignacio Martínez, un entrenador que llevó al Levante a Europa y a firmar la mejor temporada de su historia, es visto a orillas del Pisuerga como el único culpable del descenso de 2014. Después, Rubi, que llegaba tras una brillante campaña con el Girona y avalado por el Fútbol Club Barcelona fue repudiado por todos los estamentos del club en los últimos meses que vivió en Valladolid.
Recientemente ha vuelto a pasar. Si el Pucela quería formar volver a formar un proyecto como los últimos que han triunfado en Pucela, Gaizka Garitano era el hombre. Un preparador joven, muy vinculado con el fútbol y con una hoja de presentación brillante al llevar a la Sociedad Deportiva Éibar de Segunda división B a Primera, era definido, en verano, como “el mejor fichaje de la temporada”. Meses después todo eran interrogantes y dudas. Tales fueron las críticas que el preparador se marchaba por la misma puerta que Juan Ignacio o Rubi.
Tras abandonar Valladolid, Juan Ignacio regresó a Primera a las filas del Almería y Rubi, por su parte, debutaba en la élite con el Levante. Vamos, que el problema no parecía ser suyo y sí de un equipo que todo lo que toca, lo destruye. Derrumba la moral de todos y reduce el valor de los activos que posee.
Actualmente está ocurriendo nuevamente en Valladolid pero no en el banquillo. Tras los últimos dos partidos, la sensación es de que Borja Fernández no mejora con su rendimiento a Pedro Tiba, ni Nikos Karampelas a Mario Hermoso ni Vincenzo Rennella a Óscar González o Manu del Moral. El poder del Real Valladolid ha regresado para crear dudas en un momento definitivo de la temporada. En las próximas jornadas el Pucela puede decir adiós al ascenso y el final de la temporada se convertirá en un tormento difícil de superar si las incorporaciones de invierno no inyectan ritmo y motivación al equipo.
Necesidad de exigencia
Si Borja no inyecta al grupo aquello por lo que regresó hace un mes, si Rennella y Roger no muestran que su nivel es de Primera y si Nikos no ejemplifica ya que su fúttbol es superior al de Mario Hermoso, serán devorados como tantos otros. Lo serán junto a este proyecto por el punto mediocre y perdedor que vive el club blanquivioleta en los últimos años. Esta evidente e imparable caída blanquivioleta ha destruido todo aquello que ha pasado por la avenida del Mundial 82 de Valladolid recientemente.
Las vergüenzas son tales que han provocado que el equipo de Miguel Ángel Portugal viaje hasta Oviedo este próximo sábado para jugar un partido que definirá si los pucelanos están aún con opciones de soñar o con el miedo propio de un equipo creado para el éxito y condenado a la mediocridad de una temporada sin objetivo o al sufrimiento por intentar salvar la categoría. Veremos o sufriremos.