El Real Valladolid empata (0-0) ante una débil Ponferradina en un triste duelo. Los pucelanos no mostraron nada de aquello que ilusionó en el último partido en casa
En las últimas semanas el Real Valladolid ha vivido en una burbuja. La ilusión por el fichaje de Vincenzo Rennella y la satisfacción de ver el regreso de Roger Martí ilusionaban a un club que parecía haber firmado aquello que necesitaba para asaltar los puestos altos de la clasificación. Tristemente, los dos últimos partidos han matado esa ilusión. La realidad del equipo de Miguel Ángel Portugal es que tiene mucho más que trabajar, mejorar y encauzar que celebrar. El equipo aún tiene mucho margen de mejora pero, cada vez, con menos jornadas por delante.
Tras los dos últimos empates del equipo blanquivioleta, el Pucela vuelve al nerviosismo y a la crispación de semanas atrás. Después de la ilusión que se creó tras la victoria ante el Córdoba, el entorno blanquivioleta vuelve a no comprender cuál es el camino que ha tomado le equipo y cuál es su objetivo real para la temporada.
Intentando acoplar a esos fichajes y buscando potenciar las mejoras que necesita el equipo, el cuerpo técnico de Portugal se debe basar en la mejora defensiva del equipo que aumentar los 360 minutos sin encajar y poder superar los problemas que se han creado al ver que el Pucela no es capaz de anotar en los últimos 260 minutos. Al equipo le falta frescura, fuerza y convencimiento como se demostró en el partido ante la Ponferradina. Ante un rival vecino con menos coraje que el Pucela y que se conformaba el empate desde el descanso, el equipo blanquivioleta no mostró capacidad para llegar a la portería rival y hacer el que hubiera sido el tanto de la victoria y de la tranquilidad en el entorno. Sin él, las dudas regresan y el Real Valladolid vuelve estar en el punto de mira.
Un cambio de sistema sin éxito
La noticia del partido estuvo en el nuevo empate a nada del Real Valladolid. Es parte es buena noticia. Lo es por el hecho de acumular minutos sin encajar pero es muy negativo por ver cómo el equipo sumaba su segundo encuentro sin anotar. Un equipo que quiere el éxito más grande de la categoría no puede fallar en la creación ofensiva. Hacerlo es perder segundos de su éxito y más si se produce en su propio estadio.
Además, para más críticas, Miguel Ángel Portugal estrenaba para el partido un nuevo sistema. Con los fichajes y sin Juan Villar en el equipo y sin Óscar González en plenitud física, el esquema con dos delanteros se ponía en liza. Pero el gol no llegó. Pese a jugar con cuatro jugadores muy ofensivos y un centro del campo de escaso corte defensivo, el Real Valladolid no es que no anotara, es que tampoco creó grandes ocasiones para conseguirlo. El Real Valladolid cambió su estilo para ser más directo y vivir más tiempo en el área rival pero nada.
Ni la referencia de Rodri, ni los movimientos de Rennella, ni la profundidad de Mojica, ni la libertad de Manu del Moral, ni, tan siquiera, el refresco de Roger Martí. No era el día del gol, ni del juego, ni del convencimiento. El Real Valladolid dio tres pasos atrás al verse impotente en su bagaje ofensivo. Sin él en el tramo en el que los pucelanos fueron superiores, llegaba el momento de sufrir. La Ponferradina iba a tener sus oportunidades y el Pucela tendría que apretar los dientes y basarse en el acierto de Kepa Arrizabalaga.
Nuevamente Kepa
En una semana especial para él, al recibir a su ex equipo y con la mente puesta en el viaje a Bilbao, el portero vasco volvió a ser determinante. Hacía muchas semanas que no lo era, y el Real Valladolid lo agradecía. La calidad del cancerbero relució para salvar un punto en el estadio José Zorrilla. Dentro de lo pobre del premio, el Pucela consiguió sumar por el portero del Athletic Club.
El Real Valladolid tuvo su momento durante el partido y no lo aprovechó para generar grandes ocasiones. Por el contrario, la Ponferradina tuvo menos opciones y durante menos rato pero sí que generó más peligro. El partido se cerró sabiendo que el equipo local tenía un gran portero en su marco pero sin saber qué tipo de cancerbero había en el visitante. Los bercianos, ante sus opciones, probaron al vasco. Lo consiguieron y muy cerca estuvieron de llevarse el partido en el tramo final.
Con esas opciones claras de la Ponferradina de llevarse los tres puntos y cerrar su racha de siete encuentros sin ganar, el Real Valladolid regresa al miedo y a las dudas. Lo hace tras un periodo de fichajes que había aumentado la ilusión en el entorno pero la realidad blanquivioleta pasa más por el trabajo y la mejora del juego que por la celebración. Aún es pronto para ilusionarse por muy buenos jugadores que haya firmado el Real Valladolid. Las pruebas así lo dicen.